La continua evolución complicada del Covid-19 ha ocasionado riesgos que podrían debilitar el impulso económico. Los estragos de la enfermedad estremecen a las potencias, mientras los países en vías de desarrollo, con recursos financieros limitados y condiciones médicas obsoletas, igualmente enfrentan dificultades.
Las altas cifras de inflación en Estados Unidos y Europa se consideran propensas a causar pérdidas para varios países y regiones. Desde mediados de 2021 hasta la fecha, esos indicadores se han disparado fuertemente, de los cuales el estadounidense rozó un 6,8 por ciento en noviembre de 2021, el nivel más alto en los últimos 40 años. Por su parte, la eurozona reportó un 5 por ciento, también el nivel más alto en los últimos 25 años.
Según el informe Perspectivas económicas mundiales del Banco Mundial, la propagación de las variantes del virus SARS-CoV-2, la inflación, la deuda y la desigualdad agudizan la inestabilidad. La inflación se ve persistente y la deuda pública marca un récord al superar los 26 billones de dólares. Se pronostica que el crecimiento global en 2022 será de un 4,1 por ciento. La desaceleración de la expansión económica irá acompañada de una brecha cada vez mayor en la tasa de crecimiento entre las economías desarrolladas y las economías emergentes y en desarrollo.
Se prevé que el ritmo de crecimiento de las economías desarrolladas bajará del 5 por ciento en 2021 a solo un 3,8 en 2022 y un 2,3 en 2023. Si se regula de forma adecuada, esa velocidad bastará para recuperar la producción y las inversiones al mismo nivel que antes de la pandemia. Entre tanto, en el caso de las economías emergentes o en vías de desarrollo, se estima que la cifra caerá del 6,3 por ciento en 2021 a un 4,6 en 2022 y un 4,4 en 2023.
A pesar de cuantiosos retos, expertos conservan sus expectativas de que la economía continuará recuperándose en 2022 y han ofrecido recomendaciones para reducir los daños para el sector e impulsar el crecimiento. La directora general del Fondo Monetario Internacional reiteró que con su estrecha coordinación, los bancos centrales e instituciones financieras ayudarán al mundo a evitar otra gran recesión.
En 2022, conseguir la flexibilidad en las políticas es de suma importancia bajo el contexto de que existan numerosos factores obstaculizando a los formuladores de las mismas. En particular, la tasa de vacunación refleja una diferencia peligrosa, dado que más de 86 naciones todavía no cumplen su objetivo de inmunización. Más del 60 por ciento de los países están hundidos en deudas, con un monto incluso que duplica el de hace pocos años.
La secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, se mostró optimista de que la variante Ómicron, aunque impactará en el crecimiento, no podrá impedir la recuperación de la economía líder del mundo. A saber, solo afectará algunos indicadores en los meses venideros, sin desviar de su trayecto al país norteamericano, que se encuentra en uno de los momentos de crecimiento más vigoroso del siglo.
El paquete ‘Plan de Rescate de América’ promovido por el presidente estadounidense, Joe Biden, y aprobado por el Congreso en marzo del año pasado se ve como una vacuna para la economía nacional, que protegerá la recuperación frente al riesgo de nuevas variantes.
La Unión Europea presuntamente no enfrenta todavía presiones relacionadas con la inflación fuera de control y es poco propensa a la escalada de ese indicador como en Estados Unidos. Aun así, la pandemia le dejó tremendos daños. Para Alemania, locomotora de la economía continental, el Covid-19 causó pérdidas de hasta 350 mil millones de euros, obligando al Gobierno de ese país a bajar el pronóstico de crecimiento en 2022.
Mientras, en Asia, de acuerdo con el gobernador del Banco de Japón, la deuda pública de la nación del sol naciente ha excedido el 200 por ciento del Producto Interno Bruto. No obstante, el Gobierno nipón auguró la vuelta al superávit presupuestario en 2025, que conducirá la disminución de la deuda. Según previsiones, la tasa de inflación en este país será del 1 por ciento en 2022.
Las recomendaciones para “rescatar” la economía mundial frente a los impactos inmensurables de la nueva variante del Covid-19 han sido declaradas por los planificadores de políticas. Sin embargo, para revertir los incontables riesgos se requieren acciones conjuntas de todas las economías en el planeta.