Ante los crecientes desafíos globales y el agravamiento de los déficits financieros, se considera urgente una profunda reforma que permita mejorar la eficiencia operativa y reforzar el papel de liderazgo de este organismo internacional, compuesto por 193 Estados.
Durante una reciente sesión dedicada a la iniciativa de reforma “UN80”, Guterres subrayó la necesidad de que las Naciones Unidas se adapten rápidamente para mejorar su capacidad de respuesta a los desafíos globales en el nuevo contexto. Instó a los miembros a respaldar la iniciativa UN80, que se centra en tres ejes principales: mejorar la eficiencia mediante medidas de ahorro, reestructuración y reducción de duplicidades; revisar los métodos para llevar a cabo las tareas asignadas, y ajustar la estructura organizativa de todo el sistema de la ONU.
Según Guterres, las mencionadas transformaciones no solo mejorarán el desempeño y resolverán la duplicación de funciones y el uso ineficiente de recursos, sino también significarán un ahorro considerable del presupuesto operativo. Entre las propuestas más destacadas figura la reducción del 20 por ciento del personal en los departamentos de asuntos políticos y mantenimiento de la paz, a través de la eliminación de cargos con funciones duplicadas. Asimismo, se contempla trasladar ciertas oficinas de grandes ciudades a otras con un menor costo de vida para reducir gastos.
No es la primera vez que se plantea la reforma de la ONU. La Declaración del Milenio, adoptada en 2000, ya abordaba esta cuestión y destacaba la necesidad de una reforma integral del Consejo de Seguridad. Este tema, considerado tanto una tarea clave como un gran desafío, se ha debatido en repetidas ocasiones. Las propuestas de reforma incluyen el fortalecimiento del papel de la Asamblea General, la reestructuración del Consejo de Seguridad y de la Secretaría, los métodos de trabajo y la financiación.
A pesar de la importancia del tema, los expertos señalan que el proceso de reforma de la ONU ha sido lento y cauteloso. Mientras tanto, los rápidos e impredecibles cambios en el panorama mundial actual hacen que esta reforma sea más urgente que nunca. Los analistas coinciden en que no solo se trata de una necesidad interna de la ONU, sino también de una exigencia objetiva del entorno internacional.
Los esfuerzos de reforma se producen en un momento en que la ONU afronta serios desafíos financieros. Hasta principios de mayo de 2025, la organización había recibido menos del 50 por ciento del presupuesto anual, que ascendía a 3,5 mil millones de dólares. Mientras tanto, los principales donantes han reducido su apoyo. Según Richard Gowan, director del Grupo de Crisis Internacional de la ONU, si continúa esta tendencia, la organización podría enfrentarse a un recorte presupuestario del 20 por ciento en 2026.
De otro lado, la situación global ha cambiado profundamente desde la creación de la ONU hace 80 años. Las tensiones geopolíticas, el cambio climático, el agotamiento de recursos naturales y las pandemias constituyen desafíos cada vez más complejos y graves que superan la capacidad de respuesta de cada país, y requieren soluciones multilaterales. Por ello, para mantener su rol de coordinador global, la reforma se ha vuelto una vía inevitable para las Naciones Unidas.
Son innegables los importantes logros alcanzados por la ONU en sus 80 años de historia. Fundada en 1945, la organización ha trabajado incansablemente por la paz, la seguridad y la construcción de un mundo más justo, equitativo y sostenible. Como "casa común" de sus 193 países miembros, la ONU ha desempeñado un papel central en la reducción de conflictos y ha promovido la cooperación internacional en diversos ámbitos, como la seguridad, la economía, la cultura, la sociedad y los derechos humanos.
Creada tras el sufrimiento y las pérdidas causadas por la Segunda Guerra Mundial, la ONU encendió una esperanza de paz y prosperidad para todos los pueblos del mundo. Ocho décadas después, gracias a los constantes esfuerzos de esta organización multilateral, muchos ideales que en su día parecieron inalcanzables hoy son una realidad. En medio de las actuales realidades, la exigencia de una profunda reforma no solo representa un desafío, sino también una oportunidad para que la ONU mejore su eficacia y continúe construyendo un futuro sostenible para toda la humanidad.