De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), cerca de 19 mil niños han cruzado a pie este año la peligrosa selva del Darién, la frontera panameña con Colombia, una cifra nunca antes vista. Los migrantes, en su mayoría haitianos, aceptan enfrentar un duro viaje en la selva llena de peligros, con la esperanza de llegar a la "tierra prometida" de Estados Unidos o Canadá.
En lo que va del año, Unicef registró cinco muertes infantiles y 29 denuncias de abuso sexual de niñas adolescentes durante el recorrido migratorio por la selva de Darién. Los niños que sobreviven la travesía por lo general llegan a Panamá con enfermedades gastrointestinales debido a la ingesta de agua sin tratar, pasar días enteros en la humedad de la selva y dormir a la intemperie.
La pobreza, la violencia y los desastres naturales son las causas por las cuales muchas personas en Haití, Guatemala, Honduras y El Salvador intentan migrar hacia Estados Unidos. La pandemia de Covid-19 también ha agravado esta situación.
El año pasado, el cierre de fronteras de los países centroamericanos en respuesta al Covid-19 frenó significativamente la migración ilegal, pero amplió la espiral de pobreza y violencia. Después de que los países de la región aliviaron las restricciones, la ola de migrantes ha vuelto a crecer enormemente desde finales de 2020.
Dado que la migración no es un problema de "nadie", que requiere una solución articulada de los países de la región, la administración del presidente estadounidense, Joe Biden, ha desplegado paquetes de inversión en Centroamérica, con el deseo de ayudar a reducir la pobreza, la violencia, la contaminación ambiental y el desempleo en esa región y alentar a la gente a quedarse en su tierra natal.
Biden también revirtió las duras políticas de inmigración del Gobierno anterior al adoptar un enfoque más humano. Sin embargo, mucha gente piensa que esta política facilitará el cruce ilegal de personas hacia Estados Unidos.
Cada año, miles de personas arriesgan su vida por encontrar la "tierra prometida". El hecho de que Estados Unidos se concentre en abordar las causas profundas de este problema y promover el diálogo con los países de la región muestra la voluntad de Washington de resolver la cuestión de la migración ilegal de una manera sostenible, humana y mutuamente beneficiosa, aunque estas medidas tomarán muchos años para lograr los resultados deseados.