Un día a principios de otoño, mientras revisaba su depósito de periódicos viejos, Nguyen Phi Dung, un conocido empresario y coleccionista de periódicos en Nam Dinh, pausó mirando la foto de portada de una publicación de Nhan Dan de hacía 52 años. Era una imagen de cuatro muchachas tomada por Ngoc Quan, de la Agencia Vietnamita de Noticias, con la leyenda: “Estas jóvenes trabajadoras en la fábrica de combinados textiles de Nam Dinh: Vu Thi Luu, Tran Thi Nga, Vu Thi Bich Lien y Tran Thi Thanh (de izquierda a derecha), intercambian regularmente experiencia a favor de una producción avanzada. En los primeros nueve meses de este año, tejieron casi 24 mil metros de tela, alcanzaron cuatro objetivos de producción avanzada y recibieron el título de ‘Las lanzaderas más rápidas’ de la fábrica”.
Devoto de su tierra natal, titulada “Ciudad Textil Heroica”, Dung publicó en su página de Facebook el deseo de encontrar a esas trabajadoras para entregarles el fascículo. “Es muy valioso para mí, pero creo que es aún más valioso para las tejedoras, ya que evoca una parte de su vida”, compartió el hombre.
No tardó mucho hasta que la difusión de las redes sociales ayudó a encontrar la dirección de Vu Thi Bich Lien, una de las protagonistas de la foto. En la tarde del mismo día en que lo supo, Phi Dung visitó a la mujer, ahora de 82 años, que vivía sola en una casa local, y le entregó la página del periódico. Entre lágrimas, la mujer identificó a cada una de sus antiguas compañeras, con quienes había perdido contacto luego de tanto tiempo.
La versión regalada por Phi Dung era original. Bich Lien la enmarcó y la colgó solemnemente en la pared, junto a otras fotos que conforman su orgullo sobre la vida dedicada a la fábrica textil.
A pesar de su edad avanzada, Bich Lien se mantenía ágil y lúcida. Relató que la foto fue tomada en medio del movimiento de emulación “Un millón de metros de tela por el sur”, destinado a proveer ropa y utensilios al ejército de resistencia antiyanqui. En la foto, ella, de 30 años, enseñaba a sus colegas en la sala de producción cómo colocar la lanzadera en el telar para optimizar su velocidad.
Después de dedicar la vida a la textilera, desde su doncellez (1959) hasta 1996, se acostumbró al sonido de los telares tanto como si fuera su aliento. La joven Bich Lien fue encargada principal de un telar a un mero año de trabajo, luego aumentando a seis, ocho, 10 y hasta 30 máquinas, y fue de las pocas personas del taller capaces de hacer esto durante los años 1967 y 1968. En ese momento, cada turno de ocho horas era una verdadera prueba de fuerza e inteligencia, rememoró la anciana con ojos brillantes.
Indelebles días de agosto para un combatiente de la ciudadela de Hoang Dieu
Rodeado por los retumbantes ruidos de maquinaria y el polvo de tela, cubierto de sudor, cada tejedor debía llevar siempre mascarilla para prevenir enfermedades respiratorias. Esos días de arduo trabajo fueron el período más memorable y orgulloso para Bich Lien. Por sus habilidades fue honrada varias veces por la fábrica y todo el Norte. Aunque su esposo luchaba en el frente y en casa debía cuidar a su madre e hijos, la tejedora nunca pidió licencia.
Los años 1965 y 1966 atestiguaron la intensificación de los bombardeos de los estadounidenses sobre el Norte. Fue cuando los tejedores acometieron tanto la producción como la lucha, con armas apoyados contra los telares. Al oír la sirena, todos salían al refugio y se ponían en posición de combate para proteger los almacenes de algodón y fibras, los materiales de producción. Los feroces bombardeos que azotaron Nam Dinh se cobraron la vida de numerosas de sus compañeras. Son fragmentos inolvidables de la memoria de una época en que cada trabajador vivía con el espíritu de “la máquina dejando de funcionar es como el corazón dejando de latir” y convertía el dolor en la fuerza motriz de la manufactura.
El recuerdo más honorable y orgulloso de Bich Lien fue cuando pudo ver al tío Ho. En mayo de 1968 integró una delegación de Vietnam a Corea del Norte para realizar demostración técnica e intercambiar experiencia en el tejido. En noviembre de ese año, la fábrica textil de Pyongyang envió a un representante a Hanói para informar al líder sobre los resultados de la actividad.
En una reunión bilateral en el Palacio Presidencial, el Presidente Ho Chi Minh habló con cada tejedor y al saber las circunstancias familiares de Bich Lien, pidió al guardia traerle un paquete de dulces como regalo a sus hijos. "Cuando posábamos en la fachada del Palacio para una foto de recuerdo, al verme con las manos vacías, pidió al guardia traerme un tazón de rosas”, contó emocionada.
Con el paso de los años, los recuerdos han vuelto vívidos a la tejedora gracias a “reencontrarse” en la foto del periódico Nhan Dan. Ahora el terreno donde se asentó la fábrica textil es una amplia y bulliciosa zona urbana. Cada vez que pasa por allí, Bich Lien todavía imagina con melancolía la esquina donde solía estar, la bobina y el telar cuyos sonidos han quedado plasmados en la memoria de múltiples generaciones de Nam Dinh.