Titulado “Ho Chi Minh: Renacido en cada mayo”, el texto resulta un retrato íntimo del revolucionario: un hombre de grandeza humilde, intelecto forjado en el exilio y corazón ardiente por la libertad.
Rojas recuerda los versos que el Tío Ho escribió a sus 78 años: “Con mis setenta y ocho años no soy muy viejo / Aún firmes en mis hombros siguen las cargas de la Patria / Gana grandes victorias la resistencia en nuestro pueblo. / Con nuestras jóvenes generaciones continúo la marcha”, reflejo de su inquebrantable compromiso.
Nacido en la aldea de Kim Lien bajo el colonialismo francés, que convertía Vietnam en un “infierno” con opio e impuestos brutales, el joven Nguyen Sinh Cung (su nombre de nacimiento) heredó de su padre, el erudito Nguyen Sinh Sac, el amor al conocimiento y la rebeldía patriótica.
Su épica travesía comenzó como auxiliar de cocina en un barco francés, donde marineros se burlaban del delgado muchacho que arrastraba pesadas ollas. Pero allí dominó idiomas, leyendo a Shakespeare y Victor Hugo entre fogones. En París, ya como Nguyen Ai Quoc (Nguyen el Patriota), cofundó el Partido Comunista Francés y brilló como periodista. Preso en China, escribió el Diario de prisión, testimonio de su espíritu indomable: “El cuerpo en la cárcel / el alma en libertad”.
Tras 30 años de exilio, lideró la independencia en 1945. Pero la paz fue breve: EE.UU. invadió el sur. En sus días finales, el Tío Ho redactó su testamento profético: “Aunque el camino sea duro, venceremos al imperialismo”. Su visión se cumplió en 1975 con la histórica victoria de Vietnam.
El artículo destaca el paralelismo entre Ho Chi Minh y José Martí, así como la fraternidad Cuba-Vietnam. Fidel Castro proclamó en 1966: “Porque al pueblo de Vietnam estamos dispuestos a darle no ya nuestra azúcar, sino nuestra sangre, ¡que vale mucho más que el azúcar!”, mientras el Presidente Ho Chi Minh expresó a Raúl Castro: “"Solamente quiero decir que entre Cuba y Vietnam hay tanta distancia que cuando uno duerme el otro está despierto. Antiguamente se decía del imperio inglés que el Sol nunca se ponía para la bandera inglesa. Pero ahora hay que decir que el Sol nunca se pone para la bandera de la Revolución. Es decir, que nuestros países geográficamente son antípodas, pero hay una identificación completa en lo moral”.
52 días antes de su partida física, Tío Ho confió a Rojas su mensaje final para Cuba: “Quiero que lleves este mensaje a Cuba: Yo quiero muchísimo a los cubanos, desde los dirigentes hasta los niños, les envío saludos y deseo buena salud a los dirigentes, y les deseamos éxito y logros cada día mejores!”.
Hoy, como cada mayo, su legado resurge en aulas de la Universidad de La Habana, en versos compartidos, en la lucha común, como faro de los oprimidos. Como escribió Rojas: “Vietnam sería diez veces más hermoso, prometió. Y lo logró”.