Se trata de una festividad tradicional en varios países asiáticos, celebrada el día 15 del octavo mes lunar, y está asociada a la luna llena, un símbolo de reunión familiar, felicidad y amor. En Vietnam también se le llama fiesta de los niños porque estos reciben regalos y disfrutan de la procesión de faroles y bandejas de ofrendas.
Al recrear esa belleza cultural en tierra africana, los cascos azules desean hacer llegar su cariño a la comunidad infantil local, privada de condiciones de vida dignas debido a los conflictos en su país, dar a conocer la cultura vietnamita y afianzar la amistad binacional.
“Esperamos brindar a los pequeños centroafricanos no solo el júbilo por el Festival del Medio Otoño, sino también difundir la compasión y la cultura tradicional de Vietnam, donde los niños siempre son amados, cuidados y se les reserva lo mejor”, dijo el teniente coronel Duy Van Son, jefe del equipo del Ministerio de Defensa vietnamita en la Minusca, al inaugurar el programa.
El evento tuvo lugar en un Foyer de Charité (hogar de caridad de la Iglesia católica para creyentes o no) de la ciudad de Bangui, capital de República Centroafricana, con apoyo de las autoridades locales y las unidades de la Minusca.
Incluyó una presentación breve sobre el Festival del Medio Otoño y actividades de interacción cultural en las cuales los participantes aprendieron a preparar rollitos de primavera fritos y otros platos tradicionales de Vietnam, colorearon dibujos y disfrutaron de juegos folclóricos.
Especialmente, se les enseñó a elaborar faroles, uno de los juguetes emblemáticos del festejo. Con utensilios tan sencillos como papel de colores, crayones y pegamento, y con la ayuda de los oficiales en el plegado y montaje de los marcos, cada niño logró hacer su propio farol en forma de estrella.
Encendidos, los faroles parecían resplandecer más, no solo por contrastar con el atardecer, sino también por reflejar la chispa de alegría que irradiaban sus creadores.
Gimba, de 10 años, expresó: “Me encanta divertirme con los tíos y las tías soldados vietnamitas. Es la primera vez que sé del Festival del Medio Otoño. Lo que más me gusta son los faroles porque son brillantes y hermosos, como la luz de la luna”.
El equipo vietnamita también repartió entre los participantes materiales de aprendizaje, juguetes, útiles escolares, juguetes, dulces y faroles en forma de estrella. “Muchos de estos niños no habían tenido oportunidad de celebrar un día para ellos. Al verlos sonreír, sentimos el valor de traer alegría y difundir amor. Nuestro Festival del Medio Otoño reviste así más significado que nunca”, compartió la mayor Ngo Ngoc Anh.
Al agradecer la atención de los oficiales vietnamitas, un representante del Foyer de Charité evaluó que la iniciativa no solo brinda júbilo a los niños, sino también consolida los puentes culturales entre Vietnam y la República Centroafricana.
Las actividades humanitarias de la fuerza de mantenimiento de la paz de Vietnam han servido como valioso aliento espiritual. Su sinceridad, amigabilidad y simpatía ante las dificultades han dejado una profunda impresión entre los pobladores locales, apreció.