Desde las atalayas que habían conquistado, los soldados vietnamitas mantuvieron a la vista las acciones del enemigo. Derribaron las fortalezas con bombardeos constantes de fusiles sin retroceso y bazuca, mientras equipos de francotiradores aniquilaron a los efectivos que salían para reparar las obras dañadas o que saltaban a la vista.
Las alambradas del enemigo, multicapas, medían hasta 50 y cien metros de grosor. Los vietnamitas habían ido cortándolas o destruyendo tramo por tramo con explosivos cada noche, hasta que el 18 de abril consiguieron dejar completamente desprotegido el puesto situado al norte del aeródromo de Muong Thanh. Cuando los guardias del puesto intentaron retirarse presas del pánico, fueron interceptados por los vietnamitas, que infligieron más de cien bajas y tomaron 30 prisioneros.
A las 8:00 del mismo día, las tropas vietnamitas se adueñaron de la estación septentrional, una posición defensiva clave para Muong Thanh, como fruto de lo cual se acercaron otros 700 metros al aeródromo.
Por la noche, la 165a División lanzó un asalto con la intención de eliminar la base 105 enemiga. Mientras tanto, la 36ª División del 308º Cuerpo, ante los tanques movilizados para destruir sus trincheras, se vio obligada a retroceder y responder con rifles de francotirador.
Cuando su visor se rompió, el fusilero Tran Dinh Hung apuntó tranquilamente al objetivo a través de la mira delantera del arma y efectuó un disparo que incendió un tanque. Esta hazaña obligó al enemigo a abandonar su sabotaje y retirarse.
Frente al riesgo de ser aniquilados, los efectivos franceses en el norte del aeropuerto se replegaron sigilosamente a las 3:00 de la madrugada, pero solo para hallarse sitiados por las trincheras vietnamitas, sin agua y carentes de comida. Siguiendo las órdenes de sus superiores, dispararon ráfagas cortas y lanzaron granadas para darse a la fuga.
Sobrevivieron solo unos 60 de los 120, todos cubiertos de sangre y barro tras recorrer mil 500 metros para llegar a guarecerse en la base Huguette 2.