Al comienzo del nuevo año lunar, muchas familias vietnamitas suelen visitar las pagodas y queman inciensos para desear la paz, prosperidad y suerte. En ese momento, la escena tranquila y frugal de las pagodas y casas comunales de repente se llena de gente, los templos se iluminan con luces y velas, y el humo fragante emana en los altares.
Los vietnamitas creen que recurrir a las pagodas en el nuevo año no solo es para rezar sino también para mantener el alma relajada y dejar atrás los problemas de la vida cotidiana. Cada persona va a los templos con diferentes propósitos, algunas rezan por riqueza, fortuna y amor, mientras que otras piden paz y salud para sus familiares.
En esta ocasión, muchas personas acuden también a las pagodas para pedir las primeras letras del año o coplas significativas para decorar sus casas, con el deseo de orar por el éxito en la vida o en los exámenes de sus hijos.
En esos sitios sagrados, el resonante sonido de las campanas, el humo del incienso, los colores de las luces de las flores y las sonrisas en las puertas de los templos… todos crean una atmósfera pacífica.
Después de un año arduo de estudios y trabajo, los vietnamitas encuentran la paz y tranquilidad detrás de las puertas de las pagodas.
En cuanto a los jóvenes, recurrir a los festivales primaverales a inicios del año en los templos también constituye una ocasión para disfrutar del hermoso paisaje, la pureza del lugar sagrado y comprender mejor las tradiciones del país.
Para todos los habitantes de este país, visitar pagodas es una linda tradición, la cual aporta una imagen colorida a la cultura imbuida de la identidad nacional de Vietnam. Por tal motivo, esa costumbre no solo expresa el deseo de una vida feliz y plena de los pobladores, sino que también constituye una oportunidad para cultivar el espíritu de amar y apreciar los valores ancestrales del pueblo vietnamita.