Desde aquel otoño, en el subconsciente de los vietnamitas, además del Tet tradicional (fiesta del Año Nuevo Lunar), hay un llamado Tet de la Independencia. Numerosas familias, sin importar diferencias de costumbres y lugares de procedencia, del norte o el sur, las tierras llanas o montañosas, empezaron a instalar dos altares en casa, uno dirigido a sus ancestros y el otro a la Patria donde suelen depositar una bandera roja con estrella dorada y una imagen del Tío Ho. Se fusionaron así las palabras “País” y “Hogar”. El deber y la responsabilidad de un hijo hacia su familia se combinaron con los del ciudadano, consistentes en dedicarse a la noble causa de la vida señalada una vez por el Presidente Ho Chi Minh: “¡Nada es más precioso que la independencia y la libertad!”.
Desde entonces, millones de personas marcharon, saldando con sangre la deuda con el país, la de proteger los valores de la naciente república, luchar e incluso sacrificarse por construir un Vietnam independiente, libre y unificado, cuyo pueblo goza de prosperidad y vive en un país fuerte, democrático, justo y civilizado.
Ese gran punto de inflexión fue fruto de la milenaria voluntad de lucha de una nación que había permanecido indomable frente a las invasiones, la colonización, la asimilación y la explotación del feudalismo, del colonialismo y del imperialismo.
Ese gran punto de inflexión marcó el papel de liderazgo de un partido político verdaderamente marxista-leninista que nació desde la profunda empatía por el sufrimiento de los trabajadores, maduró desde el estudio de las teorías y las concretó en las prácticas de lucha de liberación nacional en un país colonial semifeudal pobre y atrasado, que resistió gracias a sus lazos de sangre y carne con el pueblo, y que, por el pueblo, luchó, sirvió y logró establecer su legitimidad y prestigio.
La primera e imperecedera lección, aprendida de fracasos de cuantiosos movimientos patrióticos y tendencias políticas en Vietnam a finales del siglo XIX y principios del XX, así como del derrumbe del modelo de socialismo real en el mundo en el siglo XX, radicó en optar por lineamientos políticos acertados y relevantes a la realidad y al corazón de los pobladores, construir un partido pionero de la clase y la nación, y no desistir en la renovación de los métodos de dirigencia del Partido.
Bajo el lema “El pueblo es la raíz” de los antepasados, contemplando el ascenso y la caída de numerosas dinastías en el pasado, el país comprendió más profundamente la fuerza del pueblo durante los años de guerra y de trabajo creativo para superar la crisis económica en el período de subsidio estatal y la posguerra. El sexto Congreso Nacional del Partido Comunista de Vietnam (PCV) llamó a “mirar directamente a la verdad, evaluar adecuadamente la verdad, expresar la verdad con claridad”, es decir, abandonar los dogmas y estancamientos, y actuar de acuerdo con leyes objetivas para identificar y decidir el camino de la renovación.
Detrás de cada trayecto, éxito y fracaso, detrás de los milagros de la resistencia nacional, de la construcción del país y de una integración internacional admirada por el mundo, está la cristalización de la sabiduría, el sudor, las lágrimas y la sangre de incontables generaciones.
Se trata además de la cristalización del proceso de renovación del modelo de crecimiento económico; la configuración y el desarrollo de una economía de mercado con orientación socialista; las pautas de construir y a la vez defender la independencia, la soberanía y la integridad territorial de la Patria socialista desde el principio y desde lejos, cuando el país aún no estaba en peligro; y el perfeccionamiento continuo de la teoría sobre el socialismo y el camino hacia el socialismo en Vietnam.
Tal recorrido no estuvo exento de dificultades, crisis y “enredos”, ni de discusiones y luchas ideológicas dentro del aparato partidista, ni siquiera de momentos a los que el Partido cometió errores, mostró deficiencias, pagó el precio y reparó el daño.
Hubo momentos en que el Presidente Ho Chi Minh lamentó las imperfecciones en la Reforma agraria, o que el Informe Político que se destinaría a presentar en el sexto Congreso Nacional del PCV debió reescribirse porque su contenido estaba ajeno a la realidad y no reflejaba claramente el espíritu de renovación.
Hubo también un momento en que el secretario general del Partido Nguyen Phu Trong, en una reunión con el Comité Central, se sintió pesaroso por las deficiencias de esa fuerza política en el trabajo de cuadros y en la dirigencia, lo cual luego le motivó a desplegar con perseverancia un movimiento de rectificación de las filas partidistas sin precedentes.
El compromiso del Partido de prevenir y luchar terminantemente contra la corrupción y la negatividad siguiendo el espíritu “sin zonas prohibidas, ni excepciones”, “manejar un caso como advertencia a la región y al sector” y “penalizar a uno para salvar a miles” ha sido abordado persistentemente en libros, resoluciones y conclusiones de los plenos de varios mandatos que giran en torno al combate contra la degradación en el pensamiento, la firmeza política y la moral, así como contra las manifestaciones de “autoevolución” y “autotransformación”. Se trata de un mensaje concordante con las prácticas, respaldado y confiado por funcionarios, militantes, pobladores y amigos internacionales.
Desde el inicio del XIII mandato hasta agosto de 2024, fueron sustituidos en sus cargos 18 miembros del Comité Central del Partido, incluidos siete del Buró Político y uno del Secretariado, y se procesaron otros ocho.
Solo en los primeros seis meses de este año, los Comités del PCV y las comisiones de control disciplinario de todos los niveles y las células partidistas sancionaron a 165 organismos y siete mil 858 militantes por sus infracciones. De tal modo se garantiza la fe en la disciplina, pero las cifras igualmente plantean grandes preguntas sobre el trabajo de cuadros, cuyo esclarecimiento necesita más teorías y prácticas.
Esa lucha es perpetua, ya que semejantes “invasores” desde el interior amenazan la supervivencia del Partido, el régimen y la causa revolucionaria. Más que nunca, en los momentos de vital importancia, cuando se decide el destino de la nación, cuando se pierda o aproveche la oportunidad de desarrollar la causa revolucionaria, el pueblo vietnamita debe perseverar en sus objetivos y ser flexible a la hora de adoptar alguna solución y dar algún paso, en caminos y circunstancias específicos, teniendo en mente el lema “Tomar las prácticas como estándar para probar la verdad”.
Esas prácticas deben estar regidas por el principio de alcanzar una vida cómoda, la felicidad del pueblo y la prosperidad del país.
Esas prácticas no deben reflejar nada más que los intereses del país y de la nación antepuestos por encima de todo; el prestigio y la posición internacional de Vietnam cada vez más elevados y respetados por la comunidad internacional; y una sociedad estable, desarrollada y civilizada.
Esas prácticas, además, deben reflejar el fomento de la construcción de un Estado socialista de derecho en el que las personas y los derechos humanos sean reconocidos, honrados y protegidos.
En un reciente encuentro con dirigentes y exdirigentes del Partido y del Estado, el secretario general del PCV y presidente del país, To Lam, enfatizó: “Nunca jamás el país se ha integrado tan profundamente ni ha realizado una contribución tan dinámica a la política mundial, a la economía global y a la civilización humana como hoy, pero no debemos bajar la guardia ante los cuatro riesgos que amenazan el liderazgo del Partido que generaciones de dirigentes del Partido y del Estado identifican desde 1994 hasta el presente; incluso nos fijamos que habrá hechos más complicados cuando impulsemos a cabalidad la renovación y la integración amplia en la comunidad internacional, lo cual nos exige manejar armoniosamente las relaciones exteriores con las potencias y minimizar la presión de optar por un lado y las sanciones económicas en el contexto de una economía altamente abierta”.
El período comprendido desde que Vietnam celebró por primera vez su independencia hasta la actual conmemoración ha sido una larga transición de la historia nacional. Del Acuerdo Preliminar del 6 de marzo de 1946 al Pacto Provisional del 14 de septiembre del mismo año; de la Conferencia de Da Lat a la Conferencia de Fontainebleau; de la Conferencia de Ginebra a la Conferencia de París; de las negociaciones sobre ingreso del país en la Organización de las Naciones Unidas, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y la Organización Mundial del Comercio, a la firma de una serie de tratados de libro comercio de nueva generación con importantes socios, todo evidencia el crecimiento de la diplomacia, la acertada política, el coraje y la sabiduría vietnamitas.
Aun así, la historia ha dejado lecciones sobre la posición y la fuerza, la fuerza interna y la externa, y la posición nacional vista desde la política exterior, la capacidad de la economía, y las potencialidades de defensa y seguridad, de manera que se entiende claramente cuándo y por qué el país se fortalece.
De un país frágil ante los enemigos de dentro y fuera, asediado y aislado, el Vietnam de hoy, con una posición elevada y un alto prestigio internacional, es un amigo leal y sincero, un socio confiable, y un miembro activo y responsable de la comunidad internacional. Ha entablado relaciones diplomáticas con 193 países, y las ha elevado al nivel de asociación estratégica o de asociación estratégica integral con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y con seis países del Grupo de los Siete.
La Resolución del XIII Congreso Nacional del PCV estipula el objetivo de alcanzar en 2025 un producto interno bruto (PIB) per cápita estimado entre cuatro mil 700 y cinco mil dólares al año. En la primera mitad de 2024, el PIB nacional creció 6,42 por ciento. Particularmente en junio, la agencia estadounidense de calificación crediticia S&P Global Ratings clasificó a Vietnam de BB+/B con una perspectiva estable y le pronosticó un PIB per cápita anual promedio de cuatro mil 500 dólares a finales de 2024.
La realidad muestra que tanto la población como el empresariado nacional necesita políticas flexibles de gestión macroeconómica, sobre todo las referentes al control de la inflación, la regulación de las tasas de interés y los tipos de cambio, la reestructuración y el manejo de las instituciones crediticias incompetentes, la solución de dificultades de las empresas y, en especial, los avances en la formulación y el perfeccionamiento de las instituciones.
En cuanto al enfrentamiento a la corrupción y la negatividad, a través de una revisión general, el Comité Directivo Central sobre esa labor ha detectado más de 300 contenidos superpuestos y con limitaciones que requieren ajuste en centenares de documentos legales.
A medida que cumple la necesidad objetiva de poner en vida la Ley de Tierra de 2024, el Gobierno nacional prioriza formular una nueva ley y modificar siete existentes en el ámbito financiero al servicio del desarrollo socioeconómico.
Se espera que el espíritu del Día de la Independencia se concrete en cada tarea diaria, con miras a hitos como los cinco años de despliegue de la Resolución del XIII Congreso Nacional del Partido, los 35 años de la Plataforma para la construcción en el período de transición al socialismo, y los 40 años de Doi Moi (renovación).
El lema “autonomía, confianza, autofortalecimiento, orgullo nacional” debe convertirse en una fuerza material en el camino adelante. Conservar la gran unidad nacional, mirar a la verdad, evaluar correctamente los resultados obtenidos, señalar las deficiencias y causas, y eliminar los “cuellos de botella” en el desarrollo, deben ser la esencia de la conciencia y la acción.
La construcción y la rectificación del Partido, la lucha drástica contra la corrupción y la negatividad no están destinadas a causar desánimo y apatía, sino que constituyen una gran causa a seguir promoviendo pese a las penurias, para limpiar el sistema, sanar el entorno de inversión y fortalecer la confianza entre la población. También se trata de una fuerza motriz para liberar las fuerzas productivas, incentivar la innovación, descubrir, cultivar, proteger y honrar lo bueno, y patentizar los valores probados a través de la práctica.
El eterno espíritu del Día Nacional alienta y allana el camino hacia una nueva era de desarrollo para Vietnam, su pueblo y su cultura.