Para alcanzarlo, se están desplegando de forma decidida una serie de medidas centradas en reactivar los motores tradicionales de la economía: inversión, consumo y exportaciones.
Algunos organismos financieros internacionales han moderado sus previsiones. El Banco Asiático de Desarrollo (BAD), en un informe publicado el 23 de julio, redujo su estimación de crecimiento para Vietnam al 6,3 por ciento este año y seis por ciento en 2026.
Standard Chartered también revisó a la baja su proyección a 6,1 por ciento, por debajo del 6,7 por ciento previsto anteriormente.
En contraste, otras instituciones financieras han mostrado una visión más optimista. UOB elevó su previsión del seis a 6,9 por ciento, CitiGroup la ajustó al alza hasta el siete por ciento, y Maybank la situó en 7,3 por ciento. El grupo de investigación del Banco de Inversión y Desarrollo de Vietnam (BIDV) fue aún más ambicioso, estimando un crecimiento de entre 7,5 y 7,7 por ciento en su escenario base, y de hasta 8,1 por ciento en el más favorable.
Esta disparidad de pronósticos refleja un entorno económico todavía marcado por la incertidumbre, especialmente ante la entrada en vigor, el próximo 1 de agosto, de nuevas políticas arancelarias de Estados Unidos que podrían afectar seriamente a sectores clave de exportación de Vietnam como la electrónica, los textiles, el mueble y los productos del mar.
Según el Ministerio de Finanzas, un descenso del uno por ciento en las exportaciones hacia el mercado estadounidense podría reducir el crecimiento económico en 0,08 puntos porcentuales. Asimismo, un alza del 10 por ciento en los precios internos del combustible impactaría en aproximadamente medio punto porcentual del PIB.
A pesar de estos desafíos, tanto el BAD como Standard Chartered destacaron la resiliencia de la economía vietnamita.
El economista Tim Leelahaphan, de Standard Chartered, destacó que aunque algunos indicadores podrían desacelerarse en el corto plazo, Vietnam cuenta con una base económica sólida para afrontar las dificultades y mantener su dinamismo.
En tal contexto, y confiando en esa solidez, el Ministerio de Finanzas propuso –y el Primer Ministro aprobó– mantener el ambicioso objetivo de crecimiento de entre 8,3 y 8,5 por ciento para 2025, como plataforma hacia una expansión de dos dígitos en los próximos años.
Para lograr esta meta, el Gobierno apuesta por reactivar los tres motores tradicionales del crecimiento económico. En el segundo semestre se espera movilizar inversiones por más de 111 mil millones de dólares, aumentar el consumo minorista al menos un 13 por ciento y lograr un crecimiento del comercio exterior superior al 17 por ciento.
El premier Pham Minh Chinh ha asegurado que este objetivo no solo es viable, sino imprescindible. Por ello, ha instado a acelerar las inversiones públicas, fomentar la participación del sector privado, impulsar la demanda interna y avanzar en las negociaciones arancelarias con Estados Unidos.
El contexto estacional también juega a favor. La segunda mitad del año coincide con la temporada alta de consumo y exportaciones, lo que brinda una oportunidad para dinamizar la demanda.
El Gobierno ya está implementando medidas como el combate al contrabando, el desarrollo de productos turísticos para atraer visitantes internacionales, y el desembolso oportuno de fondos para funcionarios afectados por la reestructuración del aparato estatal.
Asimismo, se busca fortalecer el mercado interno mediante el aumento del ingreso disponible de los ciudadanos. Para ello, el Ministerio de Finanzas está promoviendo políticas de alivio fiscal como la reducción del Impuesto al Valor Agregado (IVA), el aplazamiento de impuestos y la ampliación de las deducciones personales en el impuesto sobre la renta.
Según Albert Park, economista jefe del BAD, las reformas estructurales internas, si se aplican con rapidez y eficacia, pueden mitigar el impacto de la incertidumbre externa y reforzar la base del crecimiento económico del país en 2025.