Para cumplir este objetivo, los bancos están reestructurando sus entidades, optimizando operaciones y aplicando soluciones que reduzcan su huella ambiental, mientras construyen un ecosistema financiero verde alineado con la estrategia de crecimiento sostenible del Gobierno.
Según el Banco Estatal de Vietnam (BEV), hasta el tercer trimestre de 2025, el crédito verde alcanzó más de 28,17 mil millones de USD, un incremento del 9,3 por ciento respecto a finales de 2024, representando entre el 4,3 por ciento y el 4,4 por ciento del total del crédito en la economía.
Además, el crédito evaluado bajo riesgo ESG llegó a 145,66 mil millones de USD, con alrededor de 1,38 millones de préstamos, reflejando la creciente demanda de capital para energía renovable, agricultura circular y producción limpia.
El vicegobernador del BEV Pham Thanh Ha destacó que esta transición refleja una mayor conciencia de los bancos sobre los riesgos ambientales y sociales.
En 2024, la entidad fortaleció el marco regulatorio de la banca verde con la Decisión No. 1663/QD-NHNN, que prioriza la gestión de riesgos ESG y la adopción de estándares internacionales de medición de emisiones.
Varios bancos ya lideran el cambio. BIDV emitió más de 104 millones de USD en bonos verdes; Vietcombank lanzó bonos por dos mil mil millones de VND; MB se propone alcanzar la neutralidad de carbono para 2030. SeABank aplica un enfoque integral: mide y controla sus emisiones, optimiza el consumo de energía, implementa edificios verdes y avanza en la digitalización, logrando reducir un 1,45 por ciento el uso de papel en 2024 mientras mantiene estable su huella de carbono.
A pesar de los avances, el sector enfrenta desafíos. La falta de un marco unificado para clasificar proyectos verdes, los altos costos de evaluación y las dificultades para acceder a financiamiento internacional siguen siendo obstáculos. El profesor asociado Nguyen Huu Huan, de la Universidad de Economía de Ciudad Ho Chi Minh, advierte que es clave fortalecer la regulación, estandarizar informes según IFRS (Normas Internacionales de Información Financiera) y ESG, y convertir el crédito verde en una estrategia central de negocio, visualizando la cartera de préstamos como un “mapa de carbono”.
Con un marco legal en desarrollo y el compromiso de los bancos, se espera que el capital verde crezca, apoyando la energía renovable, la infraestructura sostenible y la economía circular. La ecologización del sector bancario no solo implica cambios técnicos, sino una transformación hacia un modelo financiero sostenible, que impulse el Net-Zero y un desarrollo económico equilibrado con la protección ambiental.