Ejemplo imperecedero del Ejército Popular de Vietnam

Con motivo del aniversario 80 de la fundación del Ejército Popular de Vietnam (EPV), corresponsales de la Agencia Vietnamita de Noticias (VNA) entrevistaron al periodista cubano Luis Manuel Arce Isaac, corresponsal de guerra en Vietnam, Laos, Kampuchea (actual Camboya) y Nicaragua.
En el acto conmemorativo por el aniversario 80 de la fundación del Ejército Popular de Vietnam, celebrado en Cuba. (Fuente: VNA)
En el acto conmemorativo por el aniversario 80 de la fundación del Ejército Popular de Vietnam, celebrado en Cuba. (Fuente: VNA)

Condecorado con la Medalla de la Amistad y la Orden de Ho Chi Minh por el Consejo de Ministros en Hanói durante la contienda, Arce Isaac lleva casi medio siglo como vicepresidente de la Asociación de amistad Cuba-Vietnam, es miembro de la Dirección Nacional de la Asociación de amistad Cuba-Laos, y durante años trabajó en acciones de solidaridad junto a Melba Hernández, Marta Rojas y otros muchos amigos de la nación indochina.

Fue el periodista de la Comisión Científica sobre Crímenes de Guerra que presidió el doctor José Antonio Presno Albarrán, la cual presentó ante el Tribunal Russell, entre otros, la denuncia sobre los efectos cancerígenos del defoliante conocido como Agente Naranja, lanzado por Estados Unidos en los arrozales vietnamitas, así como el uso de otros químicos como napalm, fósforo blanco y bombas de racismo para dañar a la población civil. El también escritor tiene publicados dos libros sobre la guerra, “Crónicas de Vietnam” en el que relata los bombardeos estadounidenses de 1972 con B-52 a Hanói y Hai Phong y el minado de los puertos; y “Tres batallas decisivas” que recoge testimonios de la última etapa del conflicto. También tiene otro volumen con testimonios sobre la derrota de Estados Unidos en Laos.

La VNA les presenta el texto íntegro de la entrevista.

¿Cómo valora usted el crecimiento del Ejército Popular de Vietnam durante los 80 años pasados?

Primero que todo, gracias por la entrevista. Quiero empezar por lo más valioso para mí. Una de las grandes personalidades que admiro y ocupa un lugar especial entre mis paradigmas, es Ho Chi Minh, o el Tío Ho, como siempre le decimos, un hombre cuyas ideas, acción y patriotismo sin igual, lo han hecho eterno.

Fue genial su idea del 22 de diciembre de 1944 en el bosque de Tran Hung Dao de Cao Bang, de crear la Brigada de Propaganda Armada para la Liberación de Vietnam, semilla del actual Ejército Popular de Vietnam (EPV), con solamente 34 soldados armados de fusiles y al frente de ellos al general Vo Nguyen Giap, quien propuso a la pequeña tropa 10 juramentos de lealtad para salvar a la patria por encima de la vida misma de ellos, que fueron cumplidos y sobrecumplidos.

Ese mismo día comenzó la gran odisea por la liberación, y lo grandioso es que, al tercer día de creada la brigada, esos 34 hombres mal armados, mal alimentados, peor vestidos y descalzos, lograron sus primeras dos victorias militares: la de Phai Khat y la de Na Ngan, cuya significación fue que abrieron la tradición aún vigente de "Decidir luchar, decidir ganar", del heroico ejército vietnamita.

Lo verdaderamente histórico es que ocho meses después ya era un ejército de todo el pueblo lo cual permitió la insurrección general con la Revolución de agosto encabezada por el Tío Ho, y posteriormente el Viet Minh logró la independencia nacional el 2 de septiembre de 1945 declarada en la Plaza de Ba Dinh en Hanoi, y fundó la República Democrática de Vietnam (RDV), para continuar la guerra contra los invasores franceses que culminó en las colinas de Dien Bien Phu militarmente reforzadas por el general Henri Navarre, después de la rendición del también general De Castries.

De esa manera, Vietnam logró la gran victoria histórica reflejada en la mesa de negociaciones de Ginebra en 1954, y Ho Chi Minh consolidó a la RDV como la base revolucionaria en el norte para librar la gran batalla contra el régimen satélite de Bao Dai en el sur, esta vez con un enemigo más poderoso que el francés, Estados Unidos, cuyo ejército fue derrotado el 30 de abril de 1975.

Vietnam fue reunificado y Saigón renombrado Ciudad Ho Chi Minh y todo quedó listo para crear una nación moderna diez veces más hermosa como él la soñó y lo prometió.

Desde entonces, aquel ejército no ha dejado de cosechar victorias y de crecer hasta convertirse en una de las agrupaciones militares más importantes del mundo, en cuya escala universal ya ocupaba el número 22 entre 138 países evaluados, lo cual dice mucho de su desarrollo constante, según cifras de la organización estadounidense Global Firepower, y adicionalmente es la segunda potencia militar más fuerte del sudeste asiático, detrás de Indonesia.

Si hiciera falta algún botón de muestra de su fuerza, experiencia, valentía y capacidad estratégica, baste decir que ese ejército, tan moderno hoy, pero que se inició descalzo y se desarrolló luego con las denominadas “zapatillas Ho Chi Minh” confeccionadas a mano con cauchos de neumáticos viejos, logró victorias trascendentes sobre los ejércitos más poderosos del mundo: Francia, Japón, China y Estados Unidos. Por eso, desde el punto de vista histórico, es considerado uno de los más grandes y trascendentes del mundo.

¿Cómo valora usted la política de defensa de Vietnam de “4 No” (No participar en alianzas militares; No asociarse con un país contra otro; No permitir instalar bases militares extranjeros o usar el territorio nacional en contra de otros países; y No usar la fuerza ni amenazar con usarla en las relaciones internacionales) ?

Una pregunta interesante, porque el ejército vietnamita se formó en la guerra y hoy es un bastión de la paz, y lo demuestra el hecho de sus relaciones atemperadas y positivas con las fuerzas armadas de antaño enemigas. Esa política se expresa en su voluntad de cooperación en la defensa, pilar de la asociación estratégica con las fuerzas armadas de muchas naciones, incluidas potencias de diferente ideología como las de Reino Unido, donde precisamente este mismo año de 2024 se conmemoró a nivel de Gobiernos el 80 aniversario de la creación de la Brigada de Propaganda y el 35 del Día de Defensa Nacional proclamado en 1989.

Naciones Unidas debería tratar entre sus temas esos cuatro fundamentos de la política militar vietnamita, pues si no se permitiera participar en alianzas militares, ni asociarse con un país contra otro, ni permitir instalar bases militares extranjeros o usar el territorio nacional en contra de otras naciones, ni usar la fuerza ni amenazar con usarla en las relaciones internacionales, la guerra de Ucrania no hubiese sido posible, ni la de Siria, o Irak, ni las que promueve Israel, y mucho menos las que tanto ha iniciado, organizado y estimulado Estados Unidos y el Pentágono, y el mundo fuera mejor.

¿Cómo valora la cooperación en materia de defensa entre Vietnam y Cuba?

Siempre las he considerado excelentes y nunca han dejado de crecer, fortalecerse y diversificarse, lo cual garantiza su desarrollo positivo. Puedo hablar de la etapa de la guerra, pues viví personalmente esa cooperación. Cuando en un terrible momento de la guerra Fidel Castro proclamó al mundo que por Vietnam estamos dispuestos a dar hasta nuestra propia sangre, no se trató de una metáfora, sino de un compromiso de colaboración también entre ambas instituciones armadas.

Excepto la participación directa como combatientes –pues Vietnam adoptó la sabia política de evitar la presencia de ejércitos hermanos en los campos de batalla- la cooperación fue total, desde la médica, incluidos medicamentos, equipos, plasma y sangre donada por los cubanos para atender a las víctimas de los bombardeos y a combatientes heridos, hasta constructores militares para fabricar carreteras, centros de producción agropecuaria, puentes, etc. La presencia de los soldados de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias fue una constante en todas las áreas que el EPV solicitó ayuda, incluida aquella histórica del desminado de puertos en el que jugaron un importante papel buzos zapadores cubanos.

Esa entrañable amistad y voluntad mutua de seguir fortaleciendo los vínculos en todos los ámbitos se ha continuado cultivando y fue ratificada no hace mucho en un encuentro del miembro del Buró Político y primer ministro, Manuel Marrero Cruz, con el secretario general del Partido Comunista y en ese momento también presidente de la República Socialista de Vietnam, To Lam, quien cumplimentó una visita de Estado a Cuba este 2024.

En esa ocasión, ambos dirigentes calificaron como de muy alentador continuar la noble labor de promover las excepcionales relaciones de hermandad y cooperación entre Vietnam y Cuba.

Y no fueron solo palabras, sino hechos tangibles. Así lo constató una delegación militar vietnamita que visitó el país antillano para tratar áreas de la defensa, especialmente la colaboración en la esfera militar y política, encabezada por el jefe de la Dirección Política General del Ejército Popular, coronel general Trinh Van Quyet, quien estableció un diálogo trascendente con su homólogo cubano y jefe de la Dirección Política de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, general de división Víctor Rojo Ramos.

Van Quyet indicó: “En el marco de esta visita que realizamos a nuestra hermana nación cubana reafirmamos los sólidos lazos de amistad y cooperación que siempre nos han unido a lo largo de la historia. Trabajaremos en varias áreas de la defensa, especialmente en la esfera política". El visitante fue recibido por el presidente Miguel Díaz-Canel.

Es una relación de amistad más fuerte que el acero, más perdurable que el tiempo, y tan hermosa como la flor de loto.

Otra alta expresión de las óptimas relaciones entre ambos ejércitos fue la condecoración en Hanoi con la Orden República de Cuba a oficiales del EPV, como parte de las actividades conmemorativas del aniversario 62 de los vínculos diplomáticos bilaterales. Fue un sentido reconocimiento a los aportes de los oficiales vietnamitas a la consolidación y el fortalecimiento de la amistad especial tradicional y la cooperación entre el Partido, el Estado, el pueblo y el Ejército de los dos países.

El Consejo de Estado de Cuba otorgó en esa ocasión tres órdenes Playa Girón, siete órdenes Antonio Maceo y 23 medallas de la Amistad a destacados compañeros, ex dirigentes y funcionarios del Ministerio de Defensa de la nación indochina.

Vietnam está enviando militares para misiones de paz de ONU. ¿Cómo valora usted el papel de Hanoi en el mantenimiento de paz del mundo?

Ya le hablaba de la importancia histórica de que un país que viene de la guerra asigne a sus fuerzas armadas tareas sobre la paz mundial. Esa decisión merece una valoración bien alta y debería de tomarse como ejemplo a seguir por otros ejércitos cuyos gobiernos y altos mandos siguen aferrados a soluciones violentas y desestiman el diálogo y la concertación en un mundo que ya no puede soportar nuevos conflictos que nadie desea por sus mortales consecuencias.

Por eso es tan importante la relación de cooperación entre Vietnam y la Organización de Naciones Unidas (ONU), que no es nueva pues ya data de hace casi medio siglo, y en ese tiempo Hanoi ha contribuido a proteger los intereses nacionales, especialmente a mantener y fortalecer un entorno pacífico, seguro y favorable para el desarrollo, ha promovido una integración internacional más profunda, y procura mejorar la posición del país en el ámbito internacional.

Desde su ingreso en la ONU en 1977, Vietnam ha sido un actor importante en los debates, resoluciones y acciones de la comunidad internacional hacia la búsqueda de un mundo mejor, sin contaminaciones ni violencia. El Gobierno vietnamita asumió posiciones importantes en organismos internacionales y participó activamente en los pilares de la organización como la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (22 de octubre de 2007).

Es importante reconocer que Vietnam fue elegido miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU en el período 2008-2009 y cumplió con éxito su papel en el cargo con importantes iniciativas como la implementación del Plan Único de la ONU para 2012-2016, y la Estrategia de Desarrollo Socioeconómico de Vietnam.

La iniciativa también tuvo como objetivo apoyar la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, así como la aprobación de programas nacionales de cooperación ligados a los de Desarrollo, el Fondo de Población y el de la Infancia de la ONU, además de la rúbrica del Marco de cooperación al desarrollo sostenible Vietnam – ONU para 2022-2026.

Ello permitió que el país cumpliera con antelación la mayoría de los objetivos de desarrollo del milenio de la ONU sobre reducción de la pobreza, educación primaria universal e igualdad de género, reducción de las tasas de mortalidad materna y de niños menores de cinco años, prevención de la propagación de la epidemia de VIH/SIDA y contribución activa al desarrollo y la implementación de la agenda 2030. De igual manera, cumple con los acuerdos de la 26 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (COP26).

¿Nos puede compartir un recuerdo inolvidable de usted en los tiempos de guerra en Vietnam?

Tuve el gran privilegio de estudiar periodismo de guerra en Vietnam junto a otros tres periodistas cubanos. Nuestro anfitrión y consejero fue el inolvidable amigo Hoang Tung, miembro del Comité Central del Partido y director del periódico Nhan Dan, quien nos dedicó largas horas de su precioso tiempo para explicarnos la historia de su patria, la vida de Ho Chi Minh, los procesos de lucha por la independencia, y las guerras contra franceses, japoneses y estadounidenses.

Él nos puso a algunos periodistas del diario como guías y traductores pues eran jóvenes que habían estudiado español en Cuba, y con ellos recorrimos zonas de guerra bombardeadas sistemáticamente por la aviación estadounidense. Aprendimos muchísimo en esa pasantía de unos cuatro meses, vimos el sufrimiento de la gente, el dolor ante la pérdida de sus seres queridos, y la ferocidad bestial característica de los imperialistas.

A partir de ese momento, 1966, me incorporé al entonces Comité de Solidaridad de Cuba con Vietnam, Laos y Kampuchea dirigido por Melba Hernández, que luego se dividió en tres asociaciones, una por cada país, y fui uno de los cinco vicepresidentes de la vietnamita y miembro de la dirección nacional de la laosiana, y todavía me mantengo en ellas. Nunca, desde entonces, me he desligado de Vietnam.

En mis libros hay muchas anécdotas de la guerra y descripciones espeluznantes de los crímenes cometidos por la aviación estadounidense. Cuento en apretada síntesis una que me gusta repetir en particular porque es una muestra de la solidaridad humana y valentía de los vietnamitas. Fueron muchos años participando como corresponsal.

Tras los bombardeos de los B-52 regresábamos de Hai Phong al término de una cobertura mi fotógrafo Walfrido Ojeda y yo con el traductor y otros dos acompañantes nativos que nos apoyaban. Para ese entonces el puente Long Bien, de construcción francesa, estaba inutilizado por los bombardeos y paralelamente a él se hicieron dos vías de pontones –ida y vuelta- por lo que se realizaba todo el tráfico, militar y civil, sobre el río Rojo. Cuando nuestro jeep estaba a mitad de camino una escuadrilla de F-1 empezó a bombardear los pontones, y todos los que lo cruzaban abandonaron los vehículos y se tiraron al agua.

A nosotros nos consiguieron un sampán y nos metimos en él para seguir navegando hacia la otra orilla que aún estaba lejos. Cuando nos habíamos separado bastante de los pontones, nos empiezan a atacar dos aviones en forma cruzada, uno desde el norte y otros desde el sur. Los vietnamitas se lanzan al agua, pero Walfrido y yo nos quedamos en la frágil embarcación. Nuestros acompañantes, angustiados, nos piden que olvidemos todo y nos lanzáramos al agua.

Walfrido les dice que sus equipos no se pueden mojar y que no se va a tirar. Yo les respondo que no sé nadar, pero aunque supiera, no dejaría solo a mi amigo. Les rogamos que se quedaran ellos en el agua, pero los cuatro regresaron al sampán e intentan cubrirnos con sus cuerpos para que los fragmentos de municiones no nos hicieran daño, pero los tranquilizamos. Nos emocionó mucho esa actitud tan solidaria y valiente.

La otra anécdota, que he contado algunas veces. Cuando Walfrido y yo estábamos relativamente cerca de Saigón en la última etapa de la liberación total-gracias al permiso que me dio el primer ministro Pham Van Dong de viajar al sur, lo cual hice en yipi de constructores cubanos hasta el paralelo 17 y llevando la bandera cubana-, veo en una playa de Nha Trang al general Giap, quien iba también camino a la capital sureña que hacía pocos días había caído ante el empuje de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación (FAPL).

Me acerco a él a pesar de su guardia de seguridad, me reconoce y nos invita a tomar agua de coco sentados debajo de un cocotero. Estaba muy feliz. Con los pantalones remangados, refrescaba sus pies y piernas en las aguas de la costa.

Aproveché y le recordé la respuesta que me dio en Hanói hacía años, en 1972, a la pregunta que le hice entonces: ¿cómo Vietnam podrá vencer el volumen de fuego, acero y de dólares de Estados Unidos? Él me respondió con muy pocas palabras que entonces no comprendí bien: “con la milenaria cultura vietnamita”.

Le dije: General, ciertamente, esa cultura, esa historia, con su paradigma Ho Chi Minh, se impuso al volumen de acero y a la prepotencia imperialista. Asintió con una sonrisa, me abrazó, nos tomamos una foto, y salimos como en caravana hacia el destino común, la entonces Saigón.