Según el medio, Vietnam destinará cerca de 1,5 billones de baht (unos 50 mil millones de dólares) a unos 250 proyectos de infraestructura y vivienda en todo el país. El objetivo es alcanzar un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) cercano al 8 por ciento en 2025 y mantener un ritmo de crecimiento de dos dígitos en los años siguientes, con la meta de convertirse en un “tigre económico asiático” y alcanzar el estatus de país de ingresos altos para 2045.
Exportaciones e inversión extranjera: motores clave en medio de desafíos externos
Las exportaciones y la inversión extranjera directa (IED) continúan siendo los principales motores del crecimiento económico de Vietnam. No obstante, esta dependencia también expone al país a posibles impactos negativos ante sacudidas externas, especialmente en el contexto de las políticas arancelarias generalizadas impulsadas por la administración del presidente estadounidense Donald Trump, que afectaron a varios socios, incluido Vietnam.
Para reducir estos riesgos, el Gobierno vietnamita está apostando por el fortalecimiento de la demanda interna a través de ambiciosos paquetes de inversión en infraestructura.
A finales de 2024, el secretario general del Partido Comunista, To Lam, declaró el inicio de una “nueva era de desarrollo” para Vietnam, marcando lo que se considera la reforma más profunda en décadas. Esta visión ha sido comparada con los modelos de desarrollo exitosos de Corea del Sur y Taiwán (China), que lograron sacar a millones de personas de la pobreza y unirse al grupo de economías líderes de Asia.
El progreso se refleja claramente en los ingresos per cápita. En Hanói, por ejemplo, el ingreso anual promedio pasó de 1.200 dólares en 1990 a más de 16.385 dólares en la actualidad, consolidando el papel del país como centro manufacturero global.
Sin embargo, Vietnam aún enfrenta desafíos estructurales. El modelo de crecimiento basado en mano de obra barata y exportaciones comienza a mostrar limitaciones, lo que exige una transición firme hacia sectores de alta tecnología, energías limpias y un fortalecimiento del sector privado.
Mirada desde Tailandia: Vietnam toma la delantera
Desde Tailandia, analistas y líderes empresariales han expresado su reconocimiento -y también preocupación- ante el vertiginoso ascenso de Vietnam.
Nonarit Bisonyabut, investigador senior del Instituto de Investigación para el Desarrollo de Tailandia (TDRI), elogió la rapidez y profundidad de las reformas en Vietnam, particularmente en la reestructuración administrativa para mejorar la eficiencia estatal.
Según él, mercados clave como China y Corea del Sur están priorizando su cooperación con Vietnam por encima de Tailandia, en un contexto donde ambas economías del Sudeste Asiático buscan consolidarse como potencias en tecnología digital e inteligencia artificial (IA). “Si Tailandia no lleva a cabo reformas serias, perderá competitividad y acabará siendo superada por Vietnam”, advirtió.
En la misma línea, Kriengkrai Thiennukul, presidente de la Federación de Industrias de Tailandia (FTI), sostuvo que Vietnam ha sabido adaptarse a los cambios en las políticas fiscales de Estados Unidos y a las nuevas reglas del comercio global.
Subrayó que el país indochino ha comprendido la necesidad de una reforma profunda, desde la simplificación administrativa hasta la reducción de costos y la eliminación de barreras burocráticas. “Una lección que Tailandia haría bien en aprender”, remarcó.
Por su parte, Poj Aramwattananont, presidente de la Cámara de Comercio de Tailandia, también valoró positivamente la estrategia vietnamita de expandir las inversiones en infraestructura, considerándola una medida proactiva para mantener el crecimiento y responder a las fluctuaciones del comercio internacional.
A su juicio, mientras Vietnam acelera gracias a las exportaciones y la inversión pública, Tailandia se muestra lenta, carente de políticas claras y estables, lo que podría minar la confianza de los inversores.