La pagoda Tran Quoc, ubicada en una pequeña península de Ho Tay (Lago del Oeste), en Hanói y conocida como Flor de Loto, siempre sorprende a sus visitantes por su belleza poética y sus valores históricos. Es la más antigua de la capital vietnamita, con más de 1,5 mil años de existencia.
La pagoda, originalmente llamada Khai Quoc (que significa fundación de país), fue construida en la dinastía Ly Nam De (541-547), en la aldea de Yen Hoa, cerca del río Hong. Después de varios cambios de nombre, desde la época del rey Le Hy Tong la gente comenzó a llamarla Tran Quoc y ese nombre se mantiene hasta hoy día.
Durante los reinados de Ly y Tran, Tran Quoc fue el centro del budismo en la capital llamada entonces Thang Long, actual Hanói. En tiempos pasados, ese sitio fue destino favorito de los reyes durante las vacaciones o fiestas religiosas.
En la actualidad, la pagoda es un lugar donde los visitantes buscan la paz interior, sumergiéndose en la armonía de la belleza natural y la antigua arquitectura.
En la víspera del Año Nuevo Lunar, en el templo se organiza una ceremonia de oración por la paz y la seguridad, que es su rito más sagrado.
Diseñado estrictamente según los principios del budismo, el sitio de culto consta de tres edificios principales, conectados por dos corredores: Tien duong, la casa de inciensos, y el palacio superior. Además, se encuentran la torre de la campana y una casa de estelas de piedra.
El paisaje más llamativo quizá sea su jardín, con numerosas torres antiguas. Sobresale en el conjunto la sagrada torre Bao thap luc do, construida en 1998, con una base en forma de flor de loto de 15 metros de altura y 11 pisos. En cada uno de ellos, hay seis puertas, donde están colocadas estatuas de Buda Amitabha hechas de piedras preciosas.
En medio de los terrenos de la pagoda, crece un árbol Bodhi, regalo del presidente de la India a Vietnam en su visita en 1959.
Anteriormente, el Instituto de Arqueología del Lejano Oriente había clasificado a la pagoda Tran Quoc como el décimo monumento histórico de toda Indochina, tanto por su panorama pintoresco como por su valor arquitectónico, histórico y religioso.