En una entrevista concedida a reporteros de la Agencia Vietnamita de Noticias (VNA) en París, el profesor Le Van Cuong, director honorario de investigación del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (CNRS), afirmó que Vietnam debe impulsar la innovación bajo el espíritu de la “destrucción creativa” de Schumpeter, es decir, crear lo nuevo y dejar atrás lo obsoleto.
Según el profesor, “la innovación no debe quedarse en eslóganes o conceptos académicos, sino traducirse en aplicaciones concretas vinculadas a la vida cotidiana de las personas”.
Puso como ejemplo que tecnologías como la inteligencia artificial (IA) o la robótica deben desarrollarse para servir directamente a la agricultura y otros sectores esenciales.
Señaló que si la población, especialmente en las zonas rurales, no percibe beneficios tangibles de la innovación, corre el riesgo de quedar excluida del desarrollo. “La innovación solo tiene sentido si ayuda al campesino a trabajar con menos esfuerzo pero mayor eficacia”, enfatizó.
El experto también advirtió que, al invertir en tecnología avanzada, se debe prestar especial atención a las comunidades vulnerables y rurales para evitar que sean marginadas en este proceso de transformación.
Desde la perspectiva del desarrollo del capital humano, el profesor Nguyen Van Phu, investigador principal del CNRS, destacó que la innovación no puede separarse de una estrategia de desarrollo humano integral. Vietnam, según él, necesita invertir fuertemente en la educación superior y de posgrado, especialmente en los campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), además de formar gestores altamente cualificados.
Solo mediante una inversión seria, prolongada y focalizada en el ser humano, se podrá construir una economía basada en el conocimiento y la creatividad, afirmó.
Van Phu valoró positivamente las políticas del Partido Comunista de Vietnam, como las Resoluciones 57 y 68 del Buró Político de esta fuerza política, señalando que han marcado una dirección acertada, aunque subrayó la necesidad de una implementación rápida y sustancial.
Por su parte, Tran Ha My, directora de la Red de Innovación Vietnamita en Europa (VINEU), puntualizó que las políticas recientes han incentivado a una nueva generación de emprendedores y expertos a involucrarse en la innovación.
No obstante, identificó tres obstáculos principales, a saber la falta de capital inicial, incompletos marcos institucionales y una débil conexión entre el Estado, las universidades y las empresas.
Enfatizó que, a diferencia de países como Francia o Estados Unidos, donde las startups reciben apoyo financiero desde las primeras etapas, en Vietnam este respaldo aún es limitado.
El profesor asociado Jean-Philippe Eglinger, de la Universidad francesa de Lenguas y Civilizaciones Orientales (INALCO), recalcó que la voluntad política es la base del éxito. De acuerdo con el académico los dirigentes vietnamitas han demostrado un claro compromiso con la innovación como “una causa de todo el pueblo”. También reconoció que el país indochino ha establecido un ecosistema de innovación relativamente completo, con la participación de universidades, empresas y organizaciones nacionales e internacionales.
El experto recomendó aprovechar las fortalezas del sector público para liderar la innovación y fortalecer la cooperación internacional, especialmente con Francia, en áreas como incubadoras, transferencia tecnológica y protección de la propiedad intelectual.
“Esta cooperación no solo permitirá el acceso a tecnologías avanzadas, sino también ayudará a construir una soberanía tecnológica propia, clave para el desarrollo sostenible”, concluyó.
A partir de estas opiniones, se puede afirmar que los expertos vietnamitas y franceses coinciden en que la innovación debe comenzar desde las personas y estar orientada hacia ellas. No se trata solo de desarrollar tecnología o fomentar el emprendimiento, sino de construir una sociedad del conocimiento en la que toda la población se beneficie directamente de los logros innovadores.
Para ello, Vietnam necesita una combinación coordinada de políticas, educación, inversión y cooperación internacional, que permita que cada idea, ya sea en un laboratorio o en un campo agrícola, contribuya al desarrollo nacional.