En el artículo “Dien Bien Phu: la batalla en bicicleta”, su autor Delfín Xiqués Cutiño afirmó que la Victoria de Dien Bien Phu fue un hito brillante en la historia heroica del pueblo vietnamita. Dos milagros que demuestran las características de la guerra popular en la campaña de Dien Bien Phu son las bicicletas de carga y el transporte de cañones manuales al frente. El pueblo vietnamita en pleno participó junto a los combatientes en una de las tareas más importantes de la guerra: el aprovisionamiento del frente.
El comandante en jefe de las fuerzas coloniales francesas en Indochina, general Henri Navarre, pensó que las fuerzas del general Vo Nguyen Giap no podrían conseguir refuerzos de armas, municiones y alimentos. Transportar miles de toneladas de suministros a través de cientos de kilómetros de selva para reforzar una fuerza de combate de unas 50.000 personas era un desafío insuperable.
Mientras, los vietnamitas, que dominaban el arte del camuflaje, se preparaban en silencio para enfrentar al enemigo. Otro de los injustificables errores de los invasores franceses fue subestimarlos. Estaban convencidos de que esos pequeños hombrecitos de ojos rasgados, delgaditos, que aparentemente no podían sostener un fusil, que calzaban sandalias con suelas fabricadas con gomas de automóviles, pudieran darle batalla, y mucho menos, que podían vencerlos. Y así ocurrió.
Según el periodista Cutiño, los vietnamitas lo hicieron de forma sencilla y heroica, integrados en los Comités de Apro visionamiento del Frente que se organizaron a solicitud del Comité Central del Partido y del Gobierno. Se establecieron líneas de abastecimiento de centenares de kilómetros, desde Thanh Hoa hasta el nordeste, por caminos prácticamente intransitables.
Como es conocido, las hormigas son pequeñitos insectos que se mueven en hileras de cientos de miles para cargar y trasladar pedacitos de hojas o restos de alimentos hasta su hormiguero. Algo parecido hicieron los vietnamitas para mover al frente –sin ser detectados– alimentos, pertrechos de guerra y armas para mantener a los miles de soldados que se encontraban allí, describió.
Cientos de bicicletas fueron modificadas y reforzadas para que pudieran cargar más de 150 kilos; convoyes de sampanes, caballos y bueyes también fueron utilizados en esta tarea, continuó.
Pero lo más sorprendente ocurrió cuando el general Vo Nguyen Giap, en una audaz maniobra logística, desarmó sus cañones para que las “hormiguitas” porteadoras los trasladaran pieza a pieza a través de la selva, hasta las cavernas que había en las montañas que rodeaban la base, donde los montaron apuntando al enemigo y los enmascararon, agregó.
Destacó que era una verdadera proeza desplazar la artillería por aquellos senderos, en especial, por un tramo de 15 kilómetros que construyeron en 20 horas. Desde la entrada a la selva de Na Nham, cruzando la cumbre de Pha Song, con 1 150 metros de altura, hasta llegar a las aldeas de Tau y Ngheu.
Aquellos soldados que subestimó el mando francés fueron capaces de mover, en esas condiciones tan adversas, 40 piezas de cañón de 75 milímetros y 2,4 toneladas cada una, y morteros de 120 milímetros, enfatizó.
Al resumir la campaña de Dien Bien Phu, en sus memorias “Dien Bien Phu, el encuentro histórico”, publicadas más tarde, el general Giap afirmó que las bicicletas de carga se convirtieron en la segunda fuerza de transporte más importante, detrás de los vehículos de motor.
Hubo muchas razones para la victoria de Dien Bien Phu, y una de las razones importantes y decisivas es el gran apoyo de la retaguardia, tanto material como espiritual. El fracaso de los colonialistas franceses en Dien Bien Phu también se debió a muchas razones, entre ellas subestimar la fuerza de los patriotas vietnamitas.