Entre los conjuntos más emblemáticos se encuentran las torres Po Klong Garai y Po Nagar, cada una con un valor histórico y artístico particular. Ubicada en la colina Trau (barrio Do Vinh), la primera fue construida en el siglo XIII en honor al rey homónimo, reconocido por impulsar la irrigación en la región, y el complejo está conformado por tres torres: la principal, la del fuego y la de la puerta.
La torre principal, de 20,5 metros de altura, impresiona con su color ladrillo rojizo oscuro y una técnica de construcción en la que los ladrillos se unen sin dejar ver las juntas, lo que sigue siendo un misterio. Aquí también se celebra el festival Kate, el evento religioso más importante para los Cham seguidores del hinduismo en el sur de Khanh Hoa.

Por su parte, la torre Po Nagar, ubicada en la colina Cu Lao a orillas del río Cai, fue erigida entre los siglos VIII y XIII para venerar a la diosa Po Nagar (Thien Y A Na), protectora de la tierra y la vida. El conjunto arquitectónico, aunque afectado por los siglos, conserva cuatro estructuras notables, siendo la torre principal de unos 23 metros. Además de su valor religioso, acoge el festival anual de Po Nagar, reconocido como patrimonio cultural inmaterial nacional. Como otras torres Cham, destaca por el uso de ladrillos ensamblados con una precisión sorprendente que resiste el paso del tiempo.
Actualmente, las autoridades locales están desarrollando diversos proyectos para restaurar y promover estas torres como parte de un turismo cultural sostenible. Además de revitalizar festividades tradicionales, se organizan actuaciones periódicas de danzas Cham y se invita a artesanos de los pueblos Bau Truc y My Nghiep a mostrar su arte de la cerámica y el tejido en el sitio.
Programas artísticos como “Lung linh xu Tram” (El resplandor de la tierra de la madera de agar) y “Trang soi dang Thap” (La luna ilumina la silueta de la torre), presentados los días 1 y 15 del calendario lunar, se han convertido en atracciones culturales destacadas.
Gracias a su creciente popularidad como lugares fotográficos entre los jóvenes, especialmente al vestir trajes tradicionales Cham, las torres Cham no solo se valoran como monumentos arquitectónicos, sino también como “museos vivos” que narran la historia vibrante y perdurable de una cultura milenaria.