En la cadena montañosa, formada hace unos 250 millones de años, los arqueólogos han encontrado numerosos rastros de moluscos, herramientas talladas, piezas de cerámica, huesos de animales, conchas de tortugas y otras muchas huellas de la presencia de los antiguos vietnamitas.
Para encontrar la entrada de la cueva hay que navegar en pequeñas embarcaciones a través de vastos y ventosos arrozales, caminar por un bosque de bambú y escalar la montaña de Tuong.
En la primera caverna, el conjunto de estalagmitas y estalactitas despertará la imaginación de los visitantes debido a que forman hermosas y raras figuras de elefantes, tigres, zorros, monos y hasta castillos. Todo un mundo mágico en medio de las melodías de cientos de gotas de agua que caen desde el lecho de la montaña a la superficie.

La sala acuática, más espaciosa, requiere navegar en un barco para internarse hasta su parte más profunda. Cuando las luces se reflejan en el sinuoso río subterráneo, da la impresión de viajar hacia el espacio cósmico, lo que explica el nombre de la cueva, Thien Ha (‘galaxia’ en vietnamita).

Según las leyendas locales de Muong Tho Ha, en este lugar había un palacio prohibido donde las hadas solían disfrutar del paisaje y tomar un baño fresco.
Muchos sitios en esta área están vinculados con sucesos históricos y culturales, como el muelle de la dinastía Le y el campo de entrenamiento de los ejércitos en aquella época.
Este conjunto de cuerva fue descubierto por Ha Huy Loi, un explorador de las cuevas de Ninh Binh.
Con la venia de las autoridades locales, Huy Loi movilizó mano de obra y máquinas para extraer el lodo y la tierra que cubrían el lugar, convertido hoy en un espectacular destino turístico con sus cuevas, estalactitas y río subterráneo de fantástica belleza.