En el festejo participaron nueves compañías representando a una comunidad de miles de seguidores y centenares de templos radicados en la capital vietnamita y dedicados a la adoración de dichas deidades.
Juntos recrearon numerosos rituales como los actos de ‘hau dong’ (mediumnidad), la manifestación ceremonial más practicada y conocida del culto.
El evento se enmarcó entre las actividades conmemorativas por el Día del Patrimonio Cultural de Vietnam (23 de noviembre) y fue un espacio de intercambio entre quienes profesan las creencias en las Diosas Madres.
También tuvo entre sus objetivos proveer a los ciudadanos y fieles una visión correcta sobre la costumbre para educarlos así en el sentimiento patriótico y el aprecio de los valores culturales nacionales, especialmente a los jóvenes.