Para los Raglai, esta ceremonia se considera una actividad conjunta de toda la comunidad, al igual que el ritual de Bo ma (despedida al muerto), la boda y la adoración de Yang, entre otras.
Cuando los hijos ya cuentan con sus propias familias, ellos llevan a cabo la celebración de piedad filial, entregando regalos y cocinando los platos tradicionales para sus padres, a fin de mostrar el respeto y la profunda gratitud a quienes les han dado la vida.
Para este acto de culto, se deben preparar pollos y cerdos, junto con otros artefactos como un atuendo, una cadena para representar el cordón umbilical, una toalla, un tazón de agua caliente y un anillo que simboliza los méritos de los padres en superar las dificultades durante el embarazo y el parto.
Una vez terminada la preparación, el hijo notifica al clan sobre el momento de ir a buscar a sus padres y llevarlos a la celebración.
El maestro de la ceremonia lee las oraciones y lleva a cabo el rito del sacrificio de cerdos y pollos para iniciar el acto.
Junto con las palabras del chamán, el hijo ayuda a su padre a poner los anillos, la cadena y el atuendo, mientras la nuera hace lo mismo con su suegra.
Según los Raglai, invitar a los padres a comer es una muestra de respeto y gratitud por la crianza.
En esta ceremonia, los Raglai rezan a sus antepasados para la protección de toda la población y la prosperidad y las buenas cosechas para la familia.
El sacerdote reza y entrega un buyo hecho con hojas de plátano a la familia, para luego predecir el futuro.
La ceremonia de piedad filial recuerda a la comunidad sobre el agradecimiento a los padres por el cuidado, la educación y todos los sacrificios que han hecho por sus hijos. Se trata también de una oportunidad para reunir y estrechar los lazos entre las dos familias de la pareja.