Los aficionados vietnamitas de futsal estallaron de alegría la noche del pasado 19 de septiembre cuando su cuadro se adelantó en el marcador a un rival tan formidable como la República Checa y llegó a sellar un boleto para los octavos de final. Regocijo y orgullo fueron lo que sintieron porque el oponente se posiciona 24 escalones por encima de Vietnam en el ranking mundial de la FIFA y es calificado como el segundo más fuerte del grupo D, solo por detrás de Brasil.
No es nada exagerar aludir al resultado como un milagro, pues previamente a ese partido pocos se atrevían a pensar en la posibilidad de ganar puntos, por no hablar de adelantar en el marcador a la selección europea. Conviene recordar que, en vísperas del torneo, expertos y el equipo técnico de la parte vietnamita solo consideraban factible superar a Panamá para hacerse uno de los cuatro mejores terceros de la fase de grupos.
En realidad, el gol que logró clavar en la red de Brasil y su victoria sobre Panamá colocaron temporalmente al combinado del territorio indochino entre esos cuatro mejores, lo cual le alentó y encendió la esperanza de llegar más lejos. De cara a la República Checa, no tenía la opción de derrota.
El entrenador Pham Minh Giang y otros miembros de la delegación vietnamita asistente al evento deportivo prepararon bien a los jugadores en el aspecto psicológico. Incluso grabaron vídeos y palabras de ánimo de sus familias para mostrarles minutos antes de salir a la cancha.
Al recibir esos mensajes, los muchachos, emocionados, entendieron que no solo sus allegados, sino que también todo el país, les confiaban en ese partido decisivo. Justo antes de rodar el balón, gritaron al unísono: “¡Por los fanáticos, por nuestras familias, Vietnam, ánimo!”.
Se puede decir que en el enfrentamiento ante los checos, los discípulos de Pham Minh Giang jugaron a más de 200 por ciento de su fuerza. Ese espíritu de dedicación y su efectiva táctica de defensa y contraataque sorprendieron a los rivales, ayudando a los vietnamitas a mantener el arco sin goles en más de dos tercios del tiempo de competición, e incluso anotar para adelantarse en los últimos cinco minutos. El marcador final, aunque igualado, fue suficiente para que el país accediera a los octavos de final como uno de los cuatro mejores terceros.
Ese repaso del camino difícil que ha recorrido la selección de futsal de Vietnam evidencia que es verdaderamente un milagro para un equipo que participa solo por segunda vez en la arena mundial y fue considerado el más débil de su grupo. Son muchas las razones del éxito, pero la más aparente radica en el empeño de los “guerreros de estrella dorada”, determinados a enorgullecer al país y sus seguidores.
En el partido de los octavos de final previsto para el próximo 22 de septiembre, Vietnam se topará otra vez con la escuadra de Rusia, actual subcampeona y ante la que perdió hace cinco años también en esa etapa del torneo. Será un nuevo reto, pero ya superó uno similar en la fase de grupos y con mucha motivación quizá lo repetirá. Pero incluso si no lo superan, los jugadores del país indochino dejan su impronta y marcan otro estatus para el fútbol nacional a los ojos de los amigos internacionales.