Por estos días el sitio recibe un apreciable número de visitantes no solo gracias a la probabilidad de ver escarcha, un fenómeno siempre curioso en un país tropical, sino también por la hermosura digna de una excursión primaveral al noroeste.
Contemplar la floración entre la niebla y las nubes
La primavera se “pinta” en las laderas del Fansipan con tiras de flores extendidas desde la estación del teleférico a la legendaria cima. Se halla un camino cubierto del color rosa de las flores de melocotón, el inmaculado blanco de las de albaricoque, un valle brillante de rosas, una colina de 7,5 hectáreas poblada de plantas de canola en plena apertura, capullos de rododendro que van abriendo en los montes...
Para los turistas, subir al Fansipan en esta temporada del año es como hacerlo a una tierra de hadas escondida en las nubes.
Peregrinar en oración por la paz en la tierra de zen
Desde hace años, al inicio de cada primavera los turistas y budistas acuden a hacer ofrendas en el complejo espiritual asentado en el pico Fansipan. También se ha hecho costumbre celebrar allí, del 9 hasta el cierre de enero lunar, la fiesta de apertura de la “puerta hacia el cielo”.
Este año, aunque sin actividades festivas como prevención del Covid-19, los rituales del festejo para dar inicio al año y recibir bendiciones contaron con la presencia de miles de visitantes y feligreses. Engalanada con banderas budistas y arreglos florales en forma de palabras “An” (paz) y “Loc” (fortuna), la senda en el Monasterio Zen de Bich Van es un regalo de suerte, tranquilidad y prosperidad para los peregrinos.
Luego de vencer los 600 peldaños de una escalera, el visitante llegará a la Pagoda de Kim Son Bao Thang, donde rendirá homenaje ante las estatuas de grandes figuras budistas. La romería a la sagrada región montañosa brinda así el sosiego al alma, implicando un buen augurio para el año nuevo.
Fascinarse por momentos de magia de la naturaleza
El “techo de Indochina” a comienzos del año seducirá a los aventureros con una magnífica caza de nubes, diversas en movimientos y formas.
El lugar también puede deparar la especial sorpresa de la escarcha si la temperatura cae por debajo de cero. A finales del año pasado, esa cima quedó cubierta de blanco como si fuera un paisaje mágico en el cine o algún territorio europeo.
Vivir la cultura colorida del noroeste
La exploración del Fansipan será incompleta sin experimentar la cultura noroccidental. En las áreas de estación del teleférico hay un espacio exclusivo donde se recrea una aldea de esa región y la vida de las etnias locales como Hmong, Yao rojo, Tay, Giay y Xa Pho.
El recinto incluye un camino de venta de productos agrícolas autóctonos y una zona de juegos folclóricos en que pueden participar los viajeros.
Hay muchas más razones para hacer otras visitas al Fansipan. A quienes nunca pisaron esta tierra, se recomienda hacerlo lo más pronto posible, y para aquellos que ya la conocen, regresar para admirar cuán mágicamente pueden transformarse los paisajes naturales en cada estación.