Kostas Sarantidis nació en una familia de obreros en el norte de Grecia. En 1943, a la edad de 16 años, fue conscripto enviado a Alemania para luchar en el bando fascista. Al llegar a Yugoslavia, Sarantidis desertó y vivió en los trenes que circulaban a lo largo de la frontera entre Yugoslavia y Grecia.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, carente de documentos de identificación, Sarantidis no pudo regresar a Grecia. Fue arrestado y enviado a un campo de concentración en Italia, donde por consejo de sus amigos se unió luego a la Legión Francesa, impulsado por las historias de los franceses de que Saigón era la ciudad más hermosa de Asia, con ríos poéticos, "barcos místicos" y muchas cosas extrañas y atractivas.
Pero cuando llegó a esa urbe, desde la cubierta del barco pudo observar otra escena, con el río lleno de basuras y animales muertos, refugios antibombas en las calles y almacenes llenos de vehículos militares estadounidenses. Un poco más lejos también vio las ruinas de la caída del fascismo japonés.
Cuando se trasladó a la ciudad altiplánica de Da Lat y después a las sureñas Phan Rang y Phan Thiet, el joven presenció con sus propios ojos asesinatos brutales, robos y quemas de casas realizados por los legionarios bajo el mando de oficiales franceses, algo similar a los actos de los fascistas contra el pueblo griego. Semejantes atrocidades hicieron que Sarantidis abandonara el ejército francés y se pusiera al lado de Vietnam, que luchaba por la independencia y la libertad.
Se unió al ejército de resistencia vietnamita y su primer comandante lo llamó Nguyen Van Lap. A partir de ese momento se convirtió oficialmente en "un soldado del tío Ho".
Durante nueve años en el campo de batalla de la Zona militar 5, Van Lap cumplió todas las tareas asignadas y fue admitido en el Partido Comunista de Vietnam en el batallón 365, estacionado en la provincia costera de Phu Yen.
En todo ese tiempo Sarantidis combatió en muchas feroces batallas en la región central.
Como artillero de una ametralladora calibre 12,7 milímetros, él y sus compañeros de equipo derribaron un avión Morane cerca de la estación de Phu Cang (provincia costera de Quang Nam). Los tres pilotos capturados se sorprendieron al ver a dos extranjeros en la unidad que les derribó.
Van Lap y sus compañeros del batallón 39 lucharon valientemente para eliminar a 200 enemigos y romper el ataque de soldados europeos-africanos hacia los distritos de Huong An-Ba Ren de Quang Nam el 13 de abril de 1948.
Después del Acuerdo de Ginebra de 1954, al combatiente griego se le encargó transportar a los prisioneros a Quy Nhon para devolverlos al país de origen.
En la región norteña de Vietnam participó en la lucha contra el hambre y el intento de los enemigos estadounidenses de hacer migrar a la gente hacia el sur, así como defendió a las unidades que aplicaban la reforma agraria. Se desempeñó, además, como líder de pelotón de suministros del aeropuerto, traductor de alemán para expertos en la fábrica de impresión de Tien Tien y conductor de camión en las minas en Na Duong y Cao Bang. Incluso, fue invitado a interpretar roles de extranjeros en algunas películas. En cualquier tarea, hacía lo mejor que podía con eficiencia.
En 1958, se casó con una joven de Hanói y tuvieron juntos cuatro hijos a los que les pusieron nombres vietnamitas.
Debido a sus vibrantes experiencias en Vietnam, Sarantidis preservó un apego especial y no quería despedirse del país a pesar de los tiempos llenos de dificultades que había vivido aquí.
Lo más angustioso para él era no saber nada de su madre después de más de diez años alejado de la familia. En 1954, le pidió a un prisionero que regresaba a su tierra natal entregarle una carta a la madre. Al final del año, recibió su respuesta que le hizo llorar cada vez que la leía. Su madre le decía que todavía vestía de negro a la espera de su regreso.
Para cumplir con el deseo de su querida madre, en 1965, él y sus hijos abandonaron Vietnam y partieron hacia Grecia. En el primer año en la tierra natal, Sarantidis y su familia enfrentaron muchas dificultades por no tener nacionalidad griega ni realizar el servicio militar, por lo que no pudo encontrar trabajo y no tenía ni para comer.
Sarantidis vivió en una habitación de 10 metros cuadrados que le dejaron sus padres y a menudo iba a un restaurante a pedir cabezas y patas de pollo desechadas para comer. Su familia sobrevivió de esa forma durante un año.
Solo mejoró luego cuando le validaron la licencia de conducir que había sacado en Vietnam y lo reconocieron como ciudadano griego.
En 1975, cuando escuchó la noticia de que Vietnam había ganado la guerra de reunificación, Kostas Sarantidis saltó de alegría.
Desde el día que regresó a Grecia hasta su muerte, siempre estuvo atento a lo que ocurría en Vietnam, su segunda patria, considerándose un vietnamita.
Se afilió al Partido Comunista de Grecia y actuó como enlace entre las dos organizaciones partidistas, así como entre delegaciones la Unión de la Juventud vietnamita y las agencias relevantes en Grecia para las visitas al país europeo.
Fue el principal activista para el establecimiento de la Asociación de Vietnamitas en Grecia y movilizó recaudaciones para ayudar a las víctimas de las inundaciones en Quang Nam en 2007 y Ha Tinh en 2010, así como a dos niños con cardiopatías congénitas en Soc Son, Vietnam, en 2009.
Sarantidis escribió el libro de memorias “Por qué seguí a Viet Minh” y el dinero que recaudó con su venta lo donó al Fondo de Víctimas del Agente Naranja en Da Nang.
Sus experiencias como miembro del Ejército Popular de Vietnam también las narró de forma honesta y vívida en su obra “En una prisión en el Sur de Vietnam”. Ambos libros son trabajos de valor histórico, ideológico y literario que resultan muy atractivos, interesantes y útiles.
Sarantidis regresó a Vietnam muchas veces para visitar el antiguo campo de batalla en la Zona 5, asistir al aniversario de la fundación del regimiento 803, reunirse con sus compañeros y los agricultores de las aldeas donde solía vivir y asistir al Congreso de Emulación Patriótica en el Ejército vietnamita.
Vietnam le otorgó muchas condecoraciones, incluidas las Órdenes de Victoria de primera clase y de la Amistad. En 2010 se le reconoció la ciudadanía vietnamita.
En enero de 2011, el presidente Nguyen Minh Triet le impuso la Medalla de la Amistad. En 2013, el entonces jefe de Estado vietnamita, Truong Tan Sang, le confirió el título de Héroe de las Fuerzas Armadas Populares, lo que convirtió a Kostas Sarantidis en el único extranjero poseedor de ese noble título.