De “llamas revolucionarias” a disparos de la Resistencia

Vietnam celebra hoy el 74 aniversario del Día de Resistencia Nacional (19 de diciembre de 1946). En esta ocasión, presentamos una parte de las memorias del coronel Nguyen Trung Kien, para revivir los momentos en que el fuego de la revolución encendió los primeros disparos para iniciar la lucha contra la invasión francesa.

Soldados del Regimiento de Hanói en un barco para cruzar el río Rojo.
Soldados del Regimiento de Hanói en un barco para cruzar el río Rojo.

En la primavera de 1941, luego de tres décadas en el extranjero, Nguyen Ai Quoc (“Nguyen el patriota”, el entonces alias del Presidente Ho Chi Minh) regresó al país y se quedó en la provincia fronteriza de Cao Bang. En mayo de ese año, desde la base revolucionaria de Pac Bo en Cao Bang, se emitió la VIII Resolución del Comité Central del Partido Comunista, una antorcha que iluminó el camino de la Revolución vietnamita.

El Comité Central decidió construir su Zona de Seguridad en las regiones alrededor de Hanói, a fin de evitar los rastreos constantes de los secuaces de Japón y Francia.

Como entrada norte de la ciudad, la comuna de Xuan Canh, del distrito de Dong Anh, situada en el cruce de los ríos Rojo y Duong, posee muchos muelles que facilitan el acceso a Hanói, además de una vasta ribera cubierta por altas plantas y las carreteras hacia las provincias de Thai Nguyen, Bac Kan y Cao Bang. Gracias a su especial ubicación, este lugar pronto se convirtió en un área de actividad revolucionaria que conecta Hanói con la Zona de Seguridad y el cuartel de Viet Bac.

El muelle de Xuan Trach, en la confluencia del río y el algodonero rojo que se erige alto, son evidencias de un momento histórico de Vietnam. En medio de los tiempos más tormentosos de la época, los revolucionarios abrieron fuego.

En junio de 1941, con la ayuda y la guía de Le Quang Dao, por entonces secretario del Comité Directivo del Partido de la provincia norteña de Bac Ninh, los jóvenes Dao Huy Vu, Do Van Mon y Truong Huu Toan ingresaron a la Unión Juvenil para la Salvación Nacional, adscrita a la Liga para la Independencia de Vietnam (Viet Minh).

Esa Unión se fortaleció cuando sus fieles miembros difundieron sus principios y movilizaron con entusiasmo a las masas.

En noches oscuras, la conciencia de los humildes pobladores miserables fue iluminada con la luz de la Revolución. En el cruce del río, el corazón de todo el pueblo se dirigió a la bandera nacional con la determinación de alzarla orgullosamente desde aquí.

En el otoño de 1944, tras un período de capacitación y pruebas, Do Van Mon y Nguyen Trung Thanh fueron admitidos en el Partido Comunista de Indochina en una ceremonia celebrada por Le Dinh Thiep. Así, se estableció el mismo día una célula de esta fuerza política en Xuan Trach con tres miembros. Se trataba de una de las cuatro primeras en Dong Anh, establecidas, administradas y dirigidas por el Equipo de trabajo de la Zona de Seguridad del Comité Central del Partido. El pueblo contó desde entonces con la orientación de una entidad del Partido. Y fluía una “corriente subterránea” en el país que se extendió a cada comuna, cada calle y cada casa. Posteriormente, las uniones por la salvación nacional, incluida la de jóvenes, Mujeres y Agricultores, fueron establecidas y operaron activamente. El movimiento y espíritu revolucionario se desarrollaron rápida y fuertemente, como si fuera brotes de bambú que crecen para formar fortalezas.

Varias decenas de años han pasado, pero todavía están en la mente de muchas personas perviven el escenario y el entorno revolucionario en el mitin con unas 500 personas, organizado por la Zona de Seguridad.

Las masas populares procedentes de las comunas de Vong La, Hai Boi, Vinh Ngoc, Mai Lam, Dong Hoi, Co Loa y Xuan Canh se reunieron bajo la bandera roja con la estrella amarilla, ondeando a la luz de dos grandes antorchas.

Todos se emocionaron al escuchar el sincero llamado “mis queridos compatriotas” de Le Minh Thiep.

En medio del acto, de repente, se desató una fuerte lluvia con relámpagos, pero cientos de personas permanecieron hombro a hombro en cada grupo y comuna.

Bajo la directriz de la célula partidista, la reunión continuó para difundir las orientaciones del Partido y practicar la lucha de masas al ritmo de la Revolución. Así, aumentaron las actividades como difundir folletos, colgar banderas y pegar carteles, hostigar a los latifundistas opuestos a la Revolución y movilizar la protesta contra la recaudación de impuestos. Asimismo, impulsaron la formación de unidades de autodefensa, el entrenamiento militar y la preparación de armas y equipos para iniciar la batalla.

El movimiento fue como esas grandes olas que rompen contra la costa al siguiente día. Las armas dispararon en Hanói y la tremolante bandera roja con la estrella amarilla marcó el día en que la gente de Dong Anh entró en la lucha para destruir al enemigo japonés y tomar el poder.

En la madrugada de aquel día, todos cantaron heroicas canciones revolucionarias, gritaron lemas de lucha y sus voces unánimes juraron hacer cualquier sacrificio por la Patria. Las ametralladoras, fusiles y pistolas listos para disparar, y las espadas, cuchillos tridentes, machetes y palos preparados para luchar.

Las masas revolucionarias de Xuan Canh y las fuerzas de otras comunas se dirigieron hacia el cruce de Ba De para iniciar, desde el histórico algodonero rojo, el ataque contra los cuarteles japoneses.

Entre gritos de la lucha, los disparos sacudieron la ciudad. La ametralladora de la unidad de autodefensa de Xuan Canh abrió fuego para aplastar las fuerzas enemigas y alentar el espíritu de lucha de las masas.

Do Van Mon, capitán de esta unidad, lideró con vigor y valentía el primer ataque al cuartel enemigo. Las fuerzas armadas y las masas revolucionarias avanzaron desde muchas direcciones para apoyarse oportunamente. La bandera nacional onduló en el cielo y en las calles. El pueblo ingresó a la capital para celebrar la victoria, establecer un Gobierno revolucionario provisional y realizar un servicio conmemorativo a quienes se habían sacrificado heroicamente por el país.

Xuan Canh, una de las fortalezas en la entrada de la capital, disparó el primer cañonazo al Cuartel general de Francia justo en los primeros tiempos de la Resistencia Nacional. La artillería cruzó silenciosamente el río para instalar el gran cañón al lado de la pagoda Van Hoach y rociar con balas al enemigo. Gran cantidad de jóvenes locales se inscribieron con entusiasmo en el pelotón de artillería y muchos de ellos fueron escogidos. La compañía de autodefensa trazó un plan táctico para proteger la artillería en tres direcciones desde lejos.

La fortaleza de Xuan Canh fue el lugar de las batallas más feroces. La artillería no dejó de disparar pese a los bombardeos y los ataques de aviones, buques de guerra y la infantería de Francia.

Los artilleros mostraron su resistencia y valentía, y las fuerzas de autodefensa su audacia y heroísmo para defender y mantener el fuego del cañón.

Durante 60 días y noches entre fuegos y balas para ganar cada calle, cada casa, los soldados y la gente de la capital destruyeron y asediaron al enemigo, creando las condiciones para que todo el país entrara en la Resistencia.

En la noche del 17 de febrero de 1947, el Regimiento de la capital rompió el bloqueo del enemigo para atravesar el río Rojo en secreto y regresar al cuartel. Nacidos y crecidos junto a los ríos cuyos tramos y muelles conocían como la palma de su mano, soldados superaron hostigamientos, alambradas de púas y patrullajes de los barcos de guerra franceses, hasta ejecutar la misión exitosamente. En la oscuridad, la confluencia del río “hirvió” con el espíritu de la resistencia cuando las fuerzas armadas de Dong Anh y los residentes de las comunas de Tam Xa y Xuan Canh movieron sus remos para ayudar a los soldados a cruzar el río.

Los disparos de la Resistencia Nacional y los años de guerra aquí han pasado a la memoria de muchas personas. El algodonero rojo de Ba De, el restaurante Quoc te, el muelle de Xuan Trach, la fortaleza de Xuan Canh y la orilla donde el Regimiento de la capital cruzó el río se convirtieron en símbolos de la tradición revolucionaria con muchos significados para Vietnam.

Desde las primeras chispas encendidas por el Partido, pasando por la prolongada lucha de resistencia hasta el éxito de la Revolución, las fuerzas armadas y la gente de aquí han superado las dificultades, pérdidas y desafíos para colocar los escalones hacia la victoria con sangre y lágrimas, hasta el día en que los soldados del tío Ho se apoderaron de la capital.