Desde principios de la causa de lucha por la liberación y el progreso nacionales, el líder Nguyen Ai Quoc (“Nguyen el patriota”, el entonces alias del Presidente Ho Chi Minh) depositó una fuerte convicción en la victoria y aspiración al desarrollo. Esto lo dejó claro durante el encuentro en París en el primer trimestre de 1921 con Albert Sarraut, ministro francés de Colonias y antes gobernador general de Indochina (1912-1919). En otras conversaciones con Sarraut, en junio de 1922, Nguyen Ai Quoc pidió francamente que Francia devolviera la independencia a Vietnam, de lo contrario, los vietnamitas lucharían hasta recuperarla: “La libertad para mis compatriotas, la independencia para mi Patria, son todo lo que anhelo”. La aspiración a la independencia, libertad y construcción de un país próspero y fuerte se convirtió en el ideal y el objetivo a lo largo de la obra revolucionaria del Presidente Ho Chi Minh y el Partido revolucionario fundado por él.
Por ese sagrado objetivo, numerosas generaciones de comunistas y compatriotas se sacrificaron valientemente y creyeron firmemente en la victoria final. Justo en el primer movimiento revolucionario liderado por el Partido (1930-1931), la nación perdió a destacados dirigentes como Chau Van Liem, Nguyen Phong Sac y Nguyen Duc Canh. El primer secretario general del Partido, Tran Phu, en sus últimas palabras alentó a los compañeros combatientes a mantener en alto la voluntad de lucha.
En la primavera de 1941, Nguyen Ai Quoc regresó a Vietnam, y junto con el Comité Central del Partido perfeccionó los lineamientos de liberación, empeñado en lograr la independencia nacional. De 1941 a 1942, la Revolución vietnamita sufrió graves pérdidas, incluido el martirio de numerosos líderes del Partido, a saber: Nguyen Van Cu, Ha Huy Tap, Vo Van Tan, Phan Dang Luu, Le Hong Phong, Nguyen Thi Minh Khai y Phung Chi Kien. Ante la brutalidad de los invasores franceses y japoneses, Nguyen Ai Quoc siguió convencido de la posibilidad de victoria. Auguró que en 1945 Vietnam sería un país independiente.
En 1944, el dirigente revolucionario Hoang Van Thu fue ejecutado a tiros por los colonialistas franceses. Dejó un mensaje a sus compañeros expresando su permanente fidelidad hacia la Patria y, de cara a los enemigos que le condenaron a muerte, declaró: “Solo sepan que al final, venceremos”.
A más de un año de ese día, la Revolución de Agosto liderada por el Partido y su líder, Ho Chi Minh, llegó a un final victorioso, Vietnam proclamó su independencia. La INDEPENDENCIA - LIBERTAD - FELICIDAD y la construcción de un Vietnam “capaz de situarse al mismo nivel de las potencias de cinco continentes” constituían el gran anhelo del Partido gobernante y del Presidente Ho Chi Minh.
La celebración del Tet del Cerdo de 1947 marcó el comienzo de una feroz resistencia nacional contra otro intento de invasión de los colonialistas franceses. Al transmitir sus deseos del festejo tradicional a todo el pueblo en medio de las penurias y los sacrificios, Ho Chi Minh se mostraba todavía optimista sobre el éxito definitivo de los esfuerzos por la independencia. Esa gran confianza y aspiración alentó a todo el país a poner fin a la guerra con la victoria de Dien Bien Phu, que “hizo temblar al mundo”. Vietnam del Norte fue liberado y emprendió su camino hacia el socialismo, mientras seguía en el sur la resistencia en pos de la reunificación nacional.
La primavera del Tet de la Rata de 1960 vio estallar en Vietnam del Sur el histórico movimiento 'Dong khoi' (levantamiento general simultáneo), que cumplió los lineamientos de lucha del Partido y se opuso directamente al gobierno títere erigido por los imperialistas estadounidenses en Saigón (actual Ciudad Ho Chi Minh) y a sus lacayos, abriendo un período de ofensiva de la Revolución del Sur. El Presidente Ho Chi Minh la denominó ‘Gran Primavera’, aseverando que los compatriotas sureños confiaban en la llegada final de una primavera de reunificación y libertad. El dirigente también expresó que, pese a múltiples adversidades, la resistencia antiyanqui del pueblo vietnamita seguramente acabaría con una victoria completa.
Esa firme confianza del tío Ho –también de todo el Partido, el pueblo y el ejército vietnamitas– contribuyó al triunfo de la Ofensiva General y los levantamientos del Tet Mau Than (Año Nuevo Lunar del Mono) de 1968, la Ofensiva de Primavera-Verano de 1972, la Campaña ‘Hanói - Dien Bien Phu en el aire’ en diciembre de 1972 y la Ofensiva de Primavera de 1975. Durante las feroces guerras, el llamado padre de la nación nunca paró de enarbolar la antorcha de esperanza sobre el día de la victoria y la reconstrucción luego del país en uno más hermoso, próspero y feliz.
Aunque fueron alcanzadas la independencia y reunificación nacional, quedaba otra lucha por realizar para defender las fronteras del suroeste y el norte, así como para salvar al pueblo camboyano del genocidio del régimen de Pol Pot y ayudar a revivir el país amigo. Fueron años de inolvidables dolores y abundante sangre de compañeros y compatriotas derramada, pero la confianza de la nación en el camino para seguir adelante permanecía firme.
El VI Congreso Nacional del PCV, celebrado en diciembre de 1986, abrió un camino de renovación nacional en todos los aspectos para sacar al país de la entonces crisis socioeconómica. En ese momento, Vietnam era uno de los 20 países más pobres en el mundo al reportar un ingreso promedio per cápita solo de 280 dólares. Sin embargo, superó numerosas dificultades tanto internas como externas (el embargo económico y el colapso del sistema socialista en varios países) para dar firmes pasos en la implementación de su política de “Doi Moi” (Renovación) y la construcción del socialismo, cosechando enormes logros y ganando la admiración del mundo.
En concreto, Vietnam salió de su crisis socioeconómica en 1996 y se convirtió en un país de ingresos medianos en 2008. La causa de industrialización y modernización cambió profundamente su fisonomía, así como mejoró el nivel y la calidad de vida de los ciudadanos hacia la vanguardia y modernidad.
En 2020, el ingreso promedio per cápita en este territorio ascendió a los dos mil 750 dólares, mientras que la población de entonces era el doble de la registrada en 1986. La tasa de hogares pobres pasó del 93 por ciento en 1993 a solo un 2,8 por ciento en 2020. En cuanto al Objetivo de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas sobre la erradicación de la pobreza extrema y el hambre, Vietnam lo cumplió 10 años antes del plazo límite. El país ha ido avanzando con la voluntad, confianza y resiliencia de todo el pueblo.
El XIII Congreso Nacional del PCV, que sesionó en enero de 2021, con una visión adelantada y puntos de vista estratégicos, trazó políticas trascendentales a favor de un desarrollo nacional rápido y sostenible. Vietnam debe superar su actual nivel de ingresos para 2026 y convertirse en un país industrializado hacia la modernidad de ingresos medianos altos en 2030, año en que el Partido conmemorará el centenario de su establecimiento. Esos objetivos se establecieron sobre la base teórica del socialismo y el camino hacia el socialismo en Vietnam, así como sobre la premisa de los grandes logros de 35 años de renovación. Concuerdan con las características del contexto mundial y reflejan la aspiración al desarrollo por el poderío de la Patria.
Las aspiraciones al desarrollo nacional como las de hoy no son utópicas, ni de carácter subjetivo, sino todo lo contrario. Son realistas por haber sido cuidadosamente sopesadas considerando las potencialidades y la fortuna disponibles en este país de 100 millones de habitantes, todos patrióticos y unidos, así como que tiene estabilidad en todas las esferas y goza de un liderazgo acertado del Partido y una administración activa del Estado y el Gobierno.
Esas aspiraciones consisten en desarrollar el país de modo rápido y sostenible porque así su economía evitará el riesgo de quedarse atrás y caer en la trampa de la renta media. Piden construir una economía con plenas cualidades de una economía de mercado, pero también asegurar para el sector la orientación socialista. Prevenir e impedir la corrupción sirven para quitar cualquier obstáculo en el camino de desarrollo. Otros deseos son tener un buen desarrollo no solo en términos económicos, sino también políticos, culturales, humanos, sociales y de defensa y seguridad. La índole del Partido Comunista y el sistema socialista es la de paz, amistad, igualdad e integración amplia a la comunidad internacional.
La independencia, libertad, paz, unificación, prosperidad y felicidad constituyen una sagrada aspiración común de la nación vietnamita a lo largo de su historia de construcción y defensa del país. Esa aspiración ha sido cultivada por el Partido Comunista de Vietnam hasta alcanzar su auge en la Era de Ho Chi Minh, y ha sido incesantemente puesta en práctica.
Al observar las perspectivas sobre el nuevo período de desarrollo nacional según las orientaciones delineadas por el XIII Congreso, hay motivos para seguir confiando en el avance rápido y sostenible del país; la sabiduría, la valentía y la unidad de todo el pueblo, el Partido gobernante y el Estado de derecho socialista realmente del pueblo, por y para el pueblo, así como en la tendencia de integración, solidaridad y cooperación entre países y pueblos de todo el mundo.