A las 12 semanas de embarazo, Nguyen Thi Lien, procedente de la provincia norvietnamita de Ha Nam, notó varios síntomas inusuales de su cuerpo y fue diagnosticada con el cáncer de mama en etapa IV (avanzada) por los médicos del Hospital Nacional del Cáncer.
Cuando la paciente y su familia decidieron rechazar el aborto y centrarse en tratar la enfermedad, el nosocomio convocó una consulta interhospitalaria con los expertos del Hospital Militar 103 y del Hospital Nacional de Obstetricia y Ginecología y acordaron intentar mantener al bebé dentro del útero de la madre el mayor tiempo posible.
Según Nguyen Tien Duc, jefe del Servicio de Cuidado Intensivo del Hospital Nacional del Cáncer, Nguyen Thi Lien fue hospitalizada a las 22 semanas de embarazo, en condiciones precarias de salud. Pasó dos períodos de quimioterapia y le fue administrada los medicamentos de menor riesgo para su bebé.
A las 31 semanas de embarazo, al considerar que el crítico estado de la madre podría ser dañino para ella misma y su bebé, los médicos de dicha institución y colegas del Hospital Nacional de Obstetricia y Ginecología le realizaron la cesárea.
Cabe destacar que, debido a los efectos de la enfermedad, la paciente tuvo que estar sentada durante todo el parto, una postura difícil para realizar este tipo de cirugía, comentó Nguyen Tien Duc.
También compartió que el equipo no pudo inyectar a la embarazada la anestesia general sino solo la anestesia raquídea por el riesgo de que no pudiera recuperar la conciencia.
“La operación era intensa, ya que nos enfrentábamos a la posibilidad de perder a la madre y su bebé. Pero, al final resultó exitosa gracias a la alta concentración del equipo médico, compuesto de especialistas líder de los dos hospitales”, dijo.
El neonato, a quien le nombraron Do Binh An, nació pesando un kilogramo y medio y fue trasladado al Hospital Nacional de Obstetricia y Ginecología en la incubadora para más atención sanitaria. Su madre se quedó para otra ‘lucha’ por vida.